Glosas a la barbarie (XV) | El Nuevo Siglo
Domingo, 3 de Enero de 2021

Me temo que en las próximas décadas las humanidades que no han sido demolidas, deformadas, perjudicadas o desnutridas solo seguirán existiendo en las universidades de élite de Europa y Estados Unidos. El resto de los creadores y consumidores de comida basura académica sacrificarán las humanidades a favor de programas como Comercio, Dirección de Empresas, Economía, Derecho, Ciencia Política, Trabajo Social y Enfermería, que gozan de una amplia demanda -y que se valoran precisamente por eso- (Leonidas Donskis, Educación líquida, p.172).

EN 2016 dirigí la publicación Educar para el siglo XXI. Reflexiones humanistas. Aunque muchas ideas de ese entonces se han desactualizado, aquí recojo algunos pasajes que escribí para la introducción de ese libro. Los trascribo como propedéutica para el tema de esta glosa: la barbarie de la educación superior actual.

La educación sabia y los valores de la formación humanística genuina comprenden a la educación como una actividad de hondura vital, en tanto concede a la sociedad elementos que posibilitan su permanencia y viabilizan maneras desarrolladas de la existencia, o sea, modos alejados de la barbarie. Por consiguiente, si hay una pregunta sustantiva que debiera liderar la discusión académica humanista en el ámbito mundial, sería la siguiente: ¿qué forma al ser humano de manera más integral? La respuesta es incuestionable: las Humanidades y las Artes.

Pero el anhelo de formar personas completas no parece desvelar a la industria educativa. En el libro Sin fines de lucro. Por qué la educación necesita de las humanidades, Marctha C. Nussbaum expone ejemplos en que universidades del más alto prestigio retiran de sus currículos disciplinas artísticas y humanísticas. La consecuencia final es, como lo prueba reiteradamente la experiencia, democracias débiles y corruptas, y ciudadanos vulnerables a la influencia mediática, sin capacidad alguna de pensamiento crítico, ni discernimiento ético, ni sensibilidad artística.

En otro de sus libros, El cultivo de la humanidad: una defensa clásica de la reforma de la educación liberal, Nussbaum estudia un amplio espectro de instituciones de educación superior, con el fin de encontrar respuestas a preguntas concretas de tenor educativo: ¿Qué tipo de ciudadanos están tratando de producir nuestros establecimientos superiores y en qué medida lo están logrando? ¿Cómo se forman ciudadanos educados? ¿Qué se necesita para el cultivo de la humanidad? Su aproximación (neoaristotélica, por supuesto) insiste en tres capacidades: pensamiento crítico (autoexamen socrático), comprensión del entramado humano y desarrollo de la imaginación narrativa; imaginación que faculta al ser humano para “estar en el lugar de otra persona, y comprender las emociones, deseos y anhelos que alguien pudiera experimentar” (Ob. Cit., p.30).

 

Empero, la educación menguó, y lo hizo con especial decadencia en las Humanidades y las Artes. Desatendidas tales disciplinas, que son saberes que habilitan al ser humano para ser capaz en su persona, lograr ser un ciudadano del mundo y conquistar una vida elegante, las virtudes (capacidades, en terminología actual) se verán amputadas, cada vez más, y entonces no será posible alcanzar la convivencia pacífica y el florecimiento humano.

*Jurista y filósofo