Me refiero al Señor General Bernardo Camacho Leyva, quien el día viernes de la semana pasada en el seno familiar descanso en paz y debimos despedir con los honores dignos de su cargo, persona y señorío. Se trató de un bogotano que a temprana edad eligió una profesión de servicio a la sociedad, para lo cual abrazó la carrera de oficial en la policía, incorporándose a nuestra Escuela de Cadetes Francisco de Paula Santander, haciendo parte del primer curso de oficiales, cuando la institución apenas alcanzaba su pubertad profesional, desarrollándose y progresando acorde con los tiempos y el devenir político administrativo del país. Por esas calendas, ingresar a la entidad constituía reto más personal que profesional, especialmente por la incertidumbre que rodeaba la policía colombiana. El estudiante Camacho y sus compañeros impulsaron el avance del alma máter, que a futuro formaría una gesta de paladines
Le presento mis agradecimientos porque los hombres que hoy visten y ayer vestimos el verde oliva que identifica la institución, a lo largo de la vida profesional recibimos y disfrutamos de los logros y éxitos alcanzados por mi General Bernardo Camacho, quien siempre batalló soñando el progreso institucional , la profesionalización de sus hombres y la tecnificación de los medios puestos al servicio de la Policía, manifestando que “su progreso sería el desarrollo del país”, pues sostenía que una policía profesional, respetada y capacitada, simbolizaría un gobierno eficaz.
Gracias mi General por la organización del Fondo Rotatorio de la Policía, entidad que vio la luz cuando usted liquidó la caja de prestaciones sociales; gracias mi General por sus aportes a la formación de los oficiales, porque desempeñándose como director de la Escuela de Cadetes estableció los protocolos destinados a orientar la programación académica; gracias mi General, pues su labor y orientación en la actualización de normas, reglamentos y estatutos permitió direccionar el futuro de nuestra Policía tan dinámica y cambiante a lo largo de los años.
Permítame recordarle su acierto al vaticinar para las nuevas generaciones “que los tiempos modernos demandarían una policía con visión futurista, diferente y vigorosa”. Cómo o darle las gracias ante el impulso y apoyo a la revista de la Policía, convirtiéndola en órgano de divulgación institucional, permitiendo que su diseño y contenido llegara a todos los rincones patrios, mostrando el interior de una institución actualizada y comprometida con la seguridad ciudadana, la revista es hoy un medio invaluable de publicidad policial tanto nacional como internacional. Gracias mi General por esa lucha sin cuartel para preservar esta noble institución de los embates políticos, que en determinada época se hicieron a su estructura.
El espacio me impide extenderme en otros tópicos de vida, el desempeño como director, el aporte a la doctrina y filosofía institucional. Gracias mi General.