Negociación
Tanto en las discusiones derivadas de la huelga estudiantil como del anuncio de las Farc de liberar militares secuestrados, comenzó a abrirse paso la idea de adelantar negociaciones de paz y, en consecuencia, desviar recursos financieros, de inmediato, para atender necesidades diferentes a las bélicas. Es claro que la paz, en relación con el conflicto interno armado de nuestro país, se logrará mediante diálogos en que los participantes serán el Gobierno Nacional, las Farc, el Eln y, especialmente al principio, intermediarios nacionales y/o extranjeros.
No se es partidario, desde ya, de disminuir los fondos dedicados por el Gobierno Nacional a la financiación de su papel en el conflicto interno y, así mismo, al diseño y ejecución de criterios, acciones y políticas, en particular agraria, que busquen mejorar la distribución del ingreso y reducir la pobreza. Esto se logra, por ejemplo, en parte, con la legislación sobre víctimas y tierras. En otras palabras, el Gobierno y el Congreso no deben dejarle a las Farc argumentos en pro de impulsar la justicia social.
El choque bélico interno lleva medio siglo y su solución tendrá lugar en el largo plazo o, en el mejor de los casos, a mediano término. Debe continuar como un propósito nacional, obsesivo si se quiere, permanente, y como la máxima prioridad de la política pública. El progreso bélico del Estado debe seguir y aumentar hasta el punto de convencerse la guerrilla de lo inútil de su esfuerzo, lo cual requiere el máximo cuidado y prudencia en el manejo de la política económica, en particular la fiscal, y con atención prioritaria en el déficit del gobierno central y consolidado del sector público. Resumen parcial: desviar recursos utilizados en el conflicto interno solo en el momento oportuno y, en el transcurso de éste, el Estado ha de emprender inversión social por su efecto positivo en la intensidad del mismo.
Se le sugiere a los huelguistas pospongan el debate acerca de la financiación estatal total de la educación. Luce razonable que este ideal no cubra a los grupos de ingresos altos.
Conviene, además, tener en cuenta las lecciones de la historia respecto a las negociaciones con las Farc. Eduardo Pizarro Leongómez sostiene en Las FARC (1949-2011) que dicha guerrilla jamás asumió una conducta confiable en negociaciones de paz: buscaba ampliar su territorio y formar un gran ejército revolucionario.