“El Congreso debe aprobarla con urgencia”
Todo parece indicar que ya se ha logrado corregir, ajustar y adicionar el Acuerdo para la Paz y que éste se encuentra en su mejor nivel de optimización. Ahora lo que resta es que el Gobierno proceda sin dilaciones a su implementación vía rápida parlamentaria. El alto nivel de riesgo en que se encuentra lo acordado no aconseja nuevas discusiones y todo recomienda actuar con prontitud.
Lo que el país conoce es que el nuevo articulado ha sido enriquecido con un noventa por ciento de observaciones y acotaciones de los partidarios del No. Parece que sólo lo relacionado con la representación parlamentaria insurgente no admite cambio mayor. Por los antecedentes de otros acuerdos similares esta representación es válida y lógica, ya que la lucha armada ha buscado llegar a gozar del poder y esta es la manera más expedita de lograrlo, máxime si los alzados en armas no han sido vencidos por las fuerzas armadas colombianas.
Uno no puede ser más papista que el Papa y algo en este sentido habrá que darles a los insurgentes. Todo esto ha sido fruto de una muy larga negociación que no sometimiento y es por ello que el uribismo debe darse cuenta que no hay mucho margen para mayores cambios en este sentido. El uribismo y las fuerzas del No han obtenido grandes logros para su negativa plebiscitaria y ahora lo que toca es proceder con "corazón grande" como siempre ha sido la consigna del expresidente Álvaro Uribe.
La situación es delicada y como algún columnista vecino escribía "el palo no está para cucharas". Lo que viene debe ser un cerrar filas de la unidad nacional para que en las dos Cámaras del Congreso se proceda con rapidez y eficacia en la aprobación de los textos definitivos. Hay que hacer votos por la salud del Presidente para que sus molestias no le resten facultades en el inmediato futuro, que es tiempo de soluciones con cabeza fría y fortaleza física. Y sobre todo unidad nacional sin ningún tipo de fisuras.
Esa misma unidad debe reinar ahora en las toldas norteamericanas después del sorprendente triunfo de Donald Trump. Una victoria impensable que abre nuevos horizontes acción política pero que obliga a su dirigencia a proceder con extrema cautela y verdadero patriotismo.
Nadie puede y debe dudar que el señor Trump tenga todo el derecho -y la obligación- de dar cumplimiento a sus promesas de campaña, y nosotros creemos que lo va a poder hacer de manera racional y sin mayores traumatismos. Regular y formalizar el flujo migratorio que hoy es un caos es una necesidad urgente e inaplazable. Vigilar y hacer más exigente el ingreso de musulmanes conflictivos por su pasado no debe ser una tarea muy onerosa, dados los adelantos de la tecnología. Revisar los famosos tratados de libre comercio para mayor beneficio de los trabajadores estadounidenses tampoco debe ser una tarea muy complicada.
Pero lo mejor de todo es que el presidente electo está dispuesto a manejar todos estos asuntos dentro del marco partidista republicano y como buen negociador que es y líder empresarial, es de esperar que coloque a los más idóneos y experimentados al frente de esos cuatro mil puestos claves de su administración.