JAVIER A. BARRERA | El Nuevo Siglo
Viernes, 26 de Agosto de 2011

Policía con minúscula


“Parece más una institución de burócratas y corbatas”


CONTRARIO  a lo que muchos pueden anticipar, esta columna no tiene nada que ver con el hecho de que un policía asesine a un menor de edad con un disparo por la espalda a escasos 1,80 metros, según el parte de Medicina Legal. Tampoco se relaciona con que las normas de tránsito sean cada vez menos respetadas porque, en Bogotá todos saben que los policías tienen precio y el indulto se puede comprar.


Lo siguiente surge como resultado de una amarga experiencia personal que viví el pasado jueves a las 8 de la noche en la 129 con novena, a escasos 200 metros de la Inspección de Policía de Usaquén.


Caminando por ese lugar, y a esa hora, fui asaltado por dos sujetos que se movilizaban en una motocicleta. No llevaban chalecos reflectivos pero sí un arma de fuego con la que me amenazaron para quitarme mis pertenencias.


Una vez los sujetos siguieron su camino yo emprendí una carrera con el fin de reportar el robo en la Estación de Policía. 40 segundos después del atraco entré a la Inspección, reporté el robo y expliqué que no había pasado un minuto, dicté la placa de la motocicleta y acto seguido tuve que esperar casi 5 minutos a que los policías, que estaban sentados, reportaran por radio la placa del vehículo en que se movilizaban los delincuentes.


Nunca me tomaron mis datos ni me preguntaron donde contactarme en caso de que detuvieran los sujetos.
Solicité un teléfono para llamar a mi casa y pedir ayuda con la cancelación de mis tarjetas y mi celular y la respuesta fue simple “aquí no hay teléfono”. Lo único que me ofrecieron fue una silla para sentarme mientras se me calmaban los nervios.


En Bogotá la palabra policía se escribe con minúscula, una institución que en efecto perdió su norte. La ausencia de una política institucional seria hace que en esta ciudad haya tantas normas como uniformados. “Agentes” armados que se destacan por su habilidad para amedrentar y sobornar, mas no por cuidar ni controlar.
Si la policía de Bogotá no está en capacidad de responder a un atraco que sucede en su patio, muestra que esa institución perdió el control de sí misma, el de la ciudad, y dejó a los ciudadanos arrodillados ante el crimen y la anarquía.


La ciudad se está llenando de dependencias inútiles como la Inspección o el CAI Móvil, y la policía parece más una institución de burócratas y corbatas que un apoyo ciudadano.
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