“Lo dicho por el embajador es dislate paranoide”
En los organismos internacionales no se responsabiliza al traductor cuando hay situaciones equívocas. Pues a ninguno diplomático se le impide cualquier aclaración.
En una acalorada sesión de la ONU a la que asistía, un colega delegado usó ese dudoso recurso. La traductora indignada lo desmintió y propuso reproducir la grabación. Ella se jugaba el puesto y su prestigio profesional. No sobra decir que fue un golpe bajo. Y desdijo de la probidad del delegado y, como no, del país que representaba.
En la OEA, en donde los idiomas son menos numerosos lo que ocurrió con Ordoñez no es un caso de traducción.
Él esta allanando la tesis de que una intervención militar en Venezuela cumpliría con un derecho de protección ante una amenaza regional. Hasta ahí está cumpliendo con sus funciones, si esa posición es la del gobierno. (Otra es la posición de Colombia en el Grupo de Lima).
Dada la presencia de Rusia y la de veinte mil cubanos según el periódico castrista Granma, también doña Corina Machado, de extrema derecha, presiona al gobierno Guaidó en el congreso para que pida la ayuda militar foránea.
La tesis, como toda tesis, es controvertible. Pero Ordóñez afirmó de su caletre, que la migración de venezolanos obedecía a una agenda siniestra de dominio territorial del gobierno Maduro para apoderarse del continente. Y eso suena, sin más, a dislate paranoide.
Al contrario, la fuga de millones de refugiados es la prueba reina, incontestable, y palpable de la inoperancia de ese modelo de Estado. Los pueblos vecinos, así ignoren el ABC de economía política, se compadecen a simple vista, de esos desterrados hambrientos y enfermos.
Su diaria presencia denuncia una incomprensible metástasis de pobreza. Que so capa de “bolivariano” o de “socialista del siglo XXI”, trajo primero la esperanza y un cierto alivio. Pero luego generó, sin plan alguno, una decisiva miseria al 94% de venezolanos.
Esto suscita en la gente común que los frecuenta una empatía espontanea. Es una evidencia viva y cotidiana, sin necesidad de entrar en sesudos pormenores. Me atrevo a hacer el pronóstico opuesto al de Ordóñez. Esa catástrofe se reflejará por muchos años en las elecciones en toda América latina... Fue el modelo que liquidó también a la URSS.
En 1960 teníamos un PBI per cápita cuatro veces menor al venezolano, hoy tenemos más del doble del vecino. Fue otro modelo de desarrollo. Es inevitable comparar.
Cuando los millones de colombianos desplazados buscaron mejor vida allá, a nadie se le pasó por la cabeza ver en eso un plan para tomarse a Venezuela.
El dilema de la intervención está en el tapete. Y ya vimos el desastre tras la de Libia, Irak, y Afganistán (invadida por la URSS y USA). La oposición en Venezuela tampoco tiene claro que posición tomar y está dividida al respecto. Trump se eligió en contra de más guerras. Pero en materias de esa complejidad geopolítica no queda demasiado bien colgarles el muerto a los refugiados.