El ejemplo más sencillo que me compete y cae bien al propósito de esta columna es, sin duda alguna, ¡Bogotá!
Sí, efectivamente, desde hace 32 años la izquierda ha gobernado la capital. Podemos hacer exclusiones, excepciones y hablar de los diferentes matices ideológicos de cada uno de los ex-alcaldes y la ausente alcaldesa actual. Sin embargo, siendo objetivo la mayoría han sido más bien progres y ninguno clasifica como conservador o, como se dice hoy en día, de ‘derecha’.
Algunos como Peñalosa trivializan el tema ideológico alegando que lo importante es elegir a quién es mejor administrando la ciudad.
Y por eso en las próximas elecciones de seguro muchos candidatos usarán esa estrategia medio caduca de Peñalosa y otros ex-mandatarios y ex-candidatos de posar nuevamente de independientes, indefinidos, centristas o acomodados, de lo que toque o pidan las encuestas y, alegarán claro, que son buenos administradores.
Mientras tanto la ciudad sigue ahogada en los problemas de siempre que ni mejoran ni tienen siquiera una perspectiva de solución. Los conocemos bien: la inseguridad generalizada, la ausencia de movilidad y el deterioro de nuestros sistemas masivos y colectivos de transporte, la mala calidad de las vías y la falta de pasos y accesos para ingresar o salir de la ciudad, el desempleo, la mala calidad de la educación pública, el deterioro del ambiente urbano, el crecimiento del consumo de psicoactivos o el déficit de vivienda.
Al final, tantos fracasos que han llevado al estado actual de deterioro de la ciudad, a pesar de los monumentales aumentos de los presupuestos a lo largo de los años, son muestra suficiente de las malas ideologías y erróneas visiones de ciudad que han gobernado.
Es una izquierda populista y redentorista que se ha permitido estropear la consolidación, mejora e integralidad de nuestros sistemas de transporte masivo y colectivo.
Es una izquierda enemiga del desarrollo que ha suspendido obras críticas de infraestructura vial dentro de la ciudad y en sus accesos críticos utilizando diferentes excusas ideológicas, anteponiendo intereses personalistas y también por su simple pero inconfundible chambonada e incompetencia.
Es la izquierda blanda, benevolente y arrugada con el crimen que ha evitado aumentar el pie de fuerza policial, crear más cupos carcelarios, invertir en más juzgados y unidades de investigación criminal en alianza con las autoridades nacionales.
Una izquierda mentirosa que usa el discurso ambientalista para reencaucharse, pero que ha fallado estruendosamente en casi todos los frentes, entre esos, el río Bogotá y que ahora quiere arrastrar a la ciudad a generar su propia red de subsidios para perpetuarse en el poder local.
Y podríamos continuar describiendo los errores, incoherencias y absurdos de una izquierda que ha fracasado con honores en la capital. Mi pregunta es ¿por qué a los bogotanos les encanta mantener a estos mediocres en la alcaldía si nos han fallado?
Bogotá debe dar un giro urgente hacia el orden, la seguridad, la infraestructura, la calidad de la educación, la limpieza, el empleo, la productividad y la promoción de la inversión.