Acercándonos al octavo piso de nuestra existencia y habiendo sido veinte de esos años columnista de opinión, obsesionado porque reine la paz entre los colombianos, no podemos menos que celebrar alborozados lo acontecido el pasado martes y tasarlo en sus justas dimensiones. Pero también siempre hemos advertido que no son suficiente los meros acuerdos políticos y las simbología culturales que los acompañan...
Es absolutamente imperativo el compromiso social para arraigar la tolerancia y afianzar la convivencia, en todos los sectores y a todos los niveles. Nuestra propia vida ha sido testimonio viviente, no pocas veces protagónico, de la forma endémica y epidémica como los colombianos hemos practicado una cultura de la violencia y la intemperancia. De la intransigencia y de la desconfianza. De los celos y de los recelos. Hasta el punto de haber en muchas oportunidades secuestrado la esperanza.
Ahora lo que necesitamos no solo es hacer dejación de las armas, sino hacer también dejación de todos nuestros odios. Ha llegado el momento de hacer la paz, comenzando por hacerla con nosotros mismos, con nuestro entorno personal y social. Una reconciliación real y espiritual. Una actitud y un comportamiento que deponga todos nuestros antagonismos y haga el exorcismo de todos nuestros demonios. Una afanosa y sincera búsqueda de lo que nos une y nos identifica como una nación en busca de un destino común.
Porque esta guerra fratricida que ahora termina no solo se ha librado en las montaña, sino ha tenido penosas secuelas periféricas. Y todavía debemos ir en búsqueda de una paz generalizada, acallando las armas disidentes y las acciones criminales de elenos y bacrines. Pero sobretodo evitando las demenciales acciones terroristas, que nos hacen dudar hasta de nuestra propia condición civilizada. Pero sobretodo desterrar la desconfianza colectiva y dejar de tratarnos todos como extraños Por todo esto bienvenida paz, con todo lo que significa para nuestro futuro.
En este contexto, también siempre lo hemos escrito, el papel de la clase dirigente es determinante y fundamental, especialmente con el ejemplo, Lo que hoy estamos viviendo en el escenario de la política partidista es verdaderamente grotesco por no decir vergonzoso. Señor presidente y señores expresidentes: hay que bajarle el tono a las agresiones y atemperar esos corazones, que deben estar dedicados exclusivamente al servicio del país, al que todos ustedes le deben tanto y por tanto tiempo. También los medios de comunicación deben ser los llamados a concitar la responsabilidad. Si como se dice aquí no ha habido ni vencedores ni vencidos, no derrotemos esa esperanza de mejores días. La creación de una conciencia nacional para la paz deber ser nuestro empeño generalizado.
Adenda
"Solo con humildad llegaremos a la paz" solía predicar Albert Einstein, el paradigma del pacifismo y el hombre que descubrió los misterios del átomo y del universo.