En el fabuloso mundo de los dictadorzuelos todo es posible. No sólo el nuestro no condenó el infame ataque de Hamas a Israel el pasado 7 de octubre (“Octubre Negro”) – replicando al por mayor el tristemente célebre 5 de septiembre de 1972, cuando miembros de la organización terrorista palestina “Septiembre Negro” irrumpieron en la Villa Olímpica en Múnich, Alemania, para masacrar atletas de la delegación olímpica israelí, sino que ahora decide romper relaciones con ese Estado víctima del terrorismo y, de ñapa, acaba de prohibir las exportaciones de carbón a Israel, todo lo cual lo ha convertido en un héroe para la facción terrorista, que agradeció públicamente su gesto, y solo resta que le levanten un monumento en “Hamastán”.
Petro ya nos había narrado sus aventuras cuando era miembro activo del M-19, movimiento guerrillero que se entrenó en los desiertos del Sahara, de tú a tú con la OLP (Organización para la Liberación de Palestina), con el Frente Polisario saharaui en Sáhara Occidental, y con el Swapo (Organización del Pueblo de Namibia, de origen marxista-leninista) y trató de “sensibilizarnos” frente a la cercanía suya con los diversos movimientos de liberación nacional extracontinental -que empiezan todos como guerrillas- y seguramente lo hace a manera de aperitivo para tratar de anestesiarnos el paladar y prepararnos para el instante de meternos el plato fuerte del antisemitismo y nada raro que opte por declarar la guerra a Israel, a manera de “cortina de humo” de esas que abre de par en par cada nuevo amanecer.
Si odia tanto a Israel, debería ser consecuente con su retahíla de considerar el carbón (junto con el petróleo y la cocaína) como “el peor veneno de la humanidad”, y aprovechar para inundar con sus exportaciones a ese país, para infectarlo del todo. Y en cambio no ha dicho ni mu con la noticia que entregó hace un par de meses Semana -su sirirí- al revelar que la organización terrorista Hezbollah, está utilizando el Caribe colombiano para extraer carbón vegetal, por vía de incendios provocados, y luego exportarlo para darle músculo financiero a las actividades terroristas, información original de la Fiscalía 17 de Colombia.
Se ha revelado que en Colombia existe una infiltración del Hezbollah (“partido de dios”, facción fundamentalista musulmana chiita, formada en el Líbano en 1982 y patrocinada por Irán), que nos llega con el beneplácito de la dictadura de Venezuela, tan cercana a Irán, y se dice que el contacto directo era el señor Tareck El Aissami, exministro de Petróleo de Maduro, ahora misteriosamente desaparecido, y que a partir de ese concierto para delinquir se evidencian operaciones en Colombia por medio de varias empresas, ONGs e individuos non sanctos, cuyo motor financiero radica en el tráfico de drogas y el lavado de dinero con la proactiva colaboración de las disidencias de las Farc que dirige el “inmortal y omnipresente” Iván Márquez, héroe de varias “paces totales”.
Post-it. Algunos medios han puesto el radar en Colombia y vecindario, especialmente Brasil, Paraguay, Chile y Argentina (cuya capital sufrió en el 94 el peor atentado contra la comunidad judía en América) para monitorear las reales intenciones actuales de la presencia de Irán en esta parte del mundo, y el diario francés Le Point ha sugerido que la mezquita de Bogotá (y probablemente otras, incluyendo la más grande de Suramérica, erigida en Maicao, frontera con Venezuela) no sólo serían centros de culto y oración mirando hacia la Meca…