Las ideas de Álvaro Gómez | El Nuevo Siglo
Sábado, 11 de Mayo de 2019

En alguna oportunidad expresó el doctor López Michelsen: Por muchas razones soy liberal. La principal, por disfrutar del permanente derecho a disentir. En el liberalismo no existe el delito de opinión. Y en el campo de la denominación de las dos agrupaciones políticas, la de conservador no tiene la misma sonoridad que la de liberal. El nombre de liberal es cálido, la palabra de liberal es caliente y hace vibrar las venas y los nervios. El nombre de conservador es severo y rígido y tiene la sombría majestad de los castillos medioevales, es aristocrático y frio.

Sin embargo todo esto es relativo. Constituye un sofisma de distracción. Todos los militantes le ponen mucha carga emocional y gran colorido a la hermosa simbología de sus creencias. El mismo Aristóteles fue el primer conservador colosal con sus ideas del ser y la permanencia. Lo liberal se asocia con Heráclito quien sostenía que nadie se baña dos veces en la misma agua de un río. El cambio, la renovación constante, conduce a la inestabilidad y a la renovación continúa.

El derecho a discrepar y montar casa aparte, ha llevado al liberalismo a la división y reino dividido reino perdido. Los tratadistas afirman que el conservatismo por ser un partido jerarquizado y cohesionado ha gobernado más al mundo que el liberalismo. El conservatismo defiende la familia, esencia de la vida en comunidad. Protege la autoridad, pues sin una escala disciplinada y sin un orden, es imposible que los pueblos avancen, progresen y triunfen.

Álvaro Gómez Hurtado fue un dinámico movilizador de ideas. Trabajo el tema apasionante del río Magdalena. De esta arteria fundamental dependía y sigue dependiendo el 80% de la economía nacional. Le preocupo que, en verano, todo era desértico, perecían los animales y la agricultura se convertía en una dolorosa catástrofe. En invierno, por las inundaciones, por el desbordamiento de los ríos, morían centenares de compatriotas. Propuso soluciones y sus propuestas siguen teniendo vigencia y enorme interés.

En el tema petrolero, a Laureano Gómez le tocó la nacionalización de este extraordinario recurso. El doctor Gómez Hurtado habló de la urgencia de estimular la exploración, pues explicaba la fuerza potencial de las regiones en este trascendental asunto. Hoy mismo Colombia produce un millón de barriles diarios, más que Venezuela, este hermano país descendió verticalmente en la explotación petrolífera, por el desgobierno que vive.

Nadie defendió con tanto vigor el robustecimiento del municipio como Álvaro Gómez. Repetía que descentralizar es ceder poder. El país está conformado por la sumatoria de sus ciudades y regiones. La provincia produce agua, agricultura, ganadería y recursos minerales. Merece más atención quien genera riqueza, que el centro metropolitano consumidor y aprovechador de la sangre rural.

En transporte, como todo un estadista Álvaro Gómez recordaba a Lázaro Cárdenas presidente mexicano quién lanzo un eslogan, “construimos vías o perecemos”.

Fueron infinitas las ideas de Álvaro como estadista. No entendía cómo los gobiernos de turno hacían lo más urgente, no lo más importante.