El discurso de Luis Carlos Sarmiento Angulo durante la celebración de los 50 años de ANIF se debe analizar detenidamente. Son palabras valiosas que nos enseñan los mayores cuando tienen la experiencia, los conocimientos y el buen sentido que tiene este empresario, banquero y humanista, de más de 90 años. Palabras que deben ser tenidas en cuenta para entender el pasado y presente de nuestra patria y especialmente para desarrollar un mejor futuro.
Su discurso es modelo de análisis honesto, equilibrado y realista de una nación que, a pesar de los gravísimos problemas que ha vivido durante más de medio siglo, ha superado las diferentes crisis y ha logrado salir adelante; cómo nos recuerda Sarmiento ¿“Cómo olvidar la amenaza de terror y muerte con que las mafias del narcotráfico intentaron poner en jaque la vigencia de nuestras instituciones y su legitimidad misma. Buscaron quedarse con las empresas, la política, la justicia y el país entero pero sus tentáculos no llegaron tan lejos como lo buscaron”.
Es una pregunta que jamás dejaremos de hacernos los colombianos, ¿Cómo sería Colombia si los que empuñaron las armas, con cualquier excusa, y causaron las muertes y desplazamientos más altos de continente americano, más bien se hubieran empleado en encontrar soluciones pacíficas, creando empleo y oportunidades con el arma de la paz y no de la destrucción y la guerra?
Sin embargo, dice Luis Carlos, las instituciones, privadas y públicas incluyendo los empresarios del sector financiero, constructores, comerciantes, agricultores y muchos más; ese valioso tejido de hombres y mujeres que creen en el trabajo honesto y no en la guerra, lograron sortear circunstancias adversas, defender la democracia y sacar al país abante.
Sarmiento insiste en algo primordial, algo que en estos momentos de contradicción constante en que vivimos, hay que escuchar: “Quiero enfatizar que lo más importante para el desarrollo del país y en general de cualquier sociedad, es el respeto”, e insiste: “el desarrollo de Colombia depende del respeto mutuo entre el sector público y el sector privado, en especial hacia los empresarios.” Añadiendo: “El respeto es crear condiciones que favorezcan el diálogo desde las diferencias”.
Este es un hombre que propone respeto, es una voz que propone diálogo y esto significa paz. Y paz es progreso, trabajo, crecimiento, industria, comercio, salud, vivienda, alimentación y educación.
Respeto es un país en constante crecimiento, la Colombia que todos queremos y nos merecemos. ¡Ojalá, este llamado al RESPETO fuera oído por quien nos gobierna!
A nada nos llevan epítetos como “esclavistas blancos”, por mencionar solo uno de los constantes insultos que escuchamos de Gustavo Petro, quien debería empeñarse en unificar al país y sanar sus heridas.
Sarmiento habla de algo inmensamente importante: el desarrollo de la altillanura colombiana, una de sus preocupaciones constantes. El desarrollo de esas extraordinarias tierras del Caquetá, Vichada, Vaupés, Guaviare, Guainía y la Amazonia que, unidas al Meta, Casanare, Arauca y Putumayo, forman el Oriente Colombiano, rico en excelentes tierras, riqueza hidrológica y topografía envidiable; pero carente de infraestructura, aún la más básica, como son rutas de acceso y puentes adecuados. ¿Cuántos países desearían tener esa riqueza natural nuestra?
Sarmiento nos habla de que territorios semejantes en Brasil y Argentina que han sido desarrollados exitosamente por sus gobiernos. Oigamos a este hombre valioso, con ideas valiosas.