MARÍA CLARA OSPINA | El Nuevo Siglo
Miércoles, 6 de Marzo de 2013

Un museo para sentirnos orgullosos

 

“Tiene las más modernas técnicas de educación e interacción

A solo una hora y media, por una excelente carretera, desde Cartagena o desde Santa Marta, o a poco más de una hora en avión desde Bogotá, Medellín o Cali, el Museo del Caribe de Barranquilla es el complemento perfecto para cualquier vacación.

Este excelente Museo, localizado en el Centro Histórico barranquillero, es la estrella cultural de la ciudad, hoy una metrópoli moderna, pujante y alegre que bien vale la pena visitar.

Fue fundado hace cuatro años en terrenos donados por la familia Santo Domingo, con la ayuda económica de varias entidades públicas y privadas. El conjunto del Museo está formado por la Biblioteca Infantil Piloto del Caribe, la Mediateca Macondo, una Sala Múltiple y un teatro al aire libre en una gran plaza pública.

Entramos a la Mediateca Macondo y en minutos descienden las cortinas del salón, creando un ambiente oscuro. Entonces, de una vieja máquina de escribir colocada sobre un largo mesón, comienzan a surgir palabras animadas, de múltiples colores, que  inundan las paredes de este espacio conmemorativo de la vida de García Márquez. En segundos, el salón se llena de  imágenes y voces de los personajes de Gabo, colmando el ambiente con su encanto y sus nostalgias. Al cabo de unos 15 minutos, cuando se encienden las luces, sale uno de este salón, embebido de la magia que el Premio Nobel imprimió a sus libros. Esta Mediateca es uno de los importantes logros del Museo del Caribe de Barranquilla.

El Museo cuenta con las más modernas técnicas de educación e interacción. Aquí se viene a participar en todo sentido, a ver, oír, sentir y hasta oler lo que es el Caribe colombiano. En sus salones se disfruta de presentaciones sobre las regiones que lo conforman.

Visitamos, a través de una excelente película, la fauna y flora que lo embellecen y a sus paisajes, desde los desiertos y salares de la Guajira, hasta las selvas y manglares del Urabá, pasando por la Sierra Nevada de Santa Marta y recorriendo todo el litoral atlántico de Colombia.

Nos ilustramos sobre sus pobladores, sobre las etnias que lo habitan, sus costumbres, sus productos y su variada gastronomía.

En el salón dedicado a las voces regionales, oímos sus cantos y sus rimas, escuchamos a los más auténticos “cuenteros” de cada poblado referir sus historias, como si estuviéramos presentes en el lugar.

Penetramos en la choza de un “mamo” a oír sus invocaciones, como si participáramos de la ceremonia real.  

Su directora, María Eulalia Arteta, nos cuenta que, si quisiéramos ver y oír la totalidad de lo que este Museo tiene para ofrecer, requeriríamos de aproximadamente 200 horas. Nos resignamos con un par de horas para dar un primer vistazo a los diferentes salones de sus cuatro pisos. Nos despedimos con la promesa de que regresaremos muchas veces.

Les aseguro que quienes lo visiten saldrán  divinamente informados de lo que es el Caribe colombiano. Este es un lugar para sentirnos orgullosos de nuestra tierra.