Como dice hermosamente María Clara Ospina en su libro “Lunas rotas”, a todos en Colombia nos ha golpeado brutalmente la violencia, sacudiéndonos, desgarrándonos y haciéndonos lanzar gritos de dolor incontrolados. Conmueve hondamente la desesperación lírica de esta inmensa poeta. Esta obra, “Lunas rotas”, sangra bajo nuestros ojos, como una entraña rota; sangra y llora lágrimas de sangre.
En “Lunas Rotas” todo es rugiente, hasta la santa resignación cristiana ante la arremetida iracunda de la violencia demencial. Cuando la poeta habla con Dios parece suplicarle clemencia.
Con extraña inspiración María Clara Ospina convierte el mar de protesta en un río estremecido y adolorido de estrellas brillantísimas. Para esta poeta, Dios es igualmente poderoso, cuando nos hace felices y cuando nos somete a pruebas inexpugnables y aplastantes.
Alfredo Ocampo Zamorano y Guiomar Cuesta elaboraron conceptos luminosos sobre este breve, pero denso e intenso poemario. Ediciones Apidama Ltda acertó con la estética construcción del opúsculo. Se toma la publicación en la mano con enorme placer y deleite. Siempre importa, tanto el contenido como el continente. Como te vean vestido, serás recibido.
María Clara Ospina es una líder en lo intelectual, en lo cultural y en lo personal. Tiene carisma e irresistible fuerza de atracción. Humanista vivaz, reflexiva, de una sólida cultura. La más alta calidad de la intelectual no es saber lo que es, sino lo que ambiciona ser. María Clara tiene la inteligencia, la voluntad y la imaginación. Admiro sus gestos y sus ademanes afirmativos y rotundos. Trabaja con el talento y sobre todo con el carácter. No se alarma expresar “no”, cuando todos afirman lo contrario. Y si hay que decir “si”, lo manifiesta aunque el resto decida por la censura. Es una dama de temple, de carácter, de energía moral, de principios y valores. El país requiere de estas mujeres. Viven en el ojo del huracán, en la cresta de la ola. La vida para María Clara ha sido un salto de obstáculos. Como el toro de lidia, se crece con la adversidad.
Volviendo a “Lunas Rotas”, uno encuentra que los versos han sido clarificados en mil filtros purificadores; como en ciertas grutas muy escondidas de la montaña, de la inteligencia y del corazón de la poeta no rueda sino de tarde en tarde, una poderosa gota pura. Los versos exaltan momentos muy especiales. Los poemas son bellos por la sencillez, la naturalidad y el vigor de la inspiración que domina. El verso auténtico salta del corazón al papel con energía y frescura incontenible.
De las antologías se afirma que no son todos los que están, y que no están todos los que son. Así lo comentábamos con Jimena Ospina Duque, leyendo la gran poesía de María Clara. Es tan extraordinaria esta poesía que terminara por imponerse en forma avasalladora. Es lo que la inteligencia selectiva reclama y lo que el mérito intrínseco exige.
Borges sostuvo que el cielo sin poesía no era cielo.