Si, como una muy buena noticia recibimos la posición del Señor Fiscal General de la Nación, quien manifestó su inconformismo con la dosis mínima, o sea la despenalización a quien porte una cantidad minina de estupefaciente para utilizarla como toma personal. Corro el riesgo de tornarme reiterativo porque este tema lo hemos tocado en varias columnas y me obligo a aupar al señor Fiscal por ser la única persona que en estos momentos pone el dedo en la llaga de tan lamentable situación social, moral y penal.
Los medios se han ocupado del tema con lujo de detalles y entiende lo importante de las declaraciones del doctor Néstor Humberto Martínez, por las consecuencias que pueden generar en la lucha contra el narcotráfico doméstico, manejado en pequeñas cantidades pero con grandes proporciones. Los medios conocen las dimensiones del problema y han lidiado con la gran cantidad de expendios existentes en el país, especialmente en la capital, donde la situación se ha salido de madre y los resultados dejan lecciones dolorosas y preocupantes. Sin ir más lejos hablamos de las ollas conocidas y desmanteladas como el Bronx y el emergente San Bernardo para no extendernos en la lista. Estos lugares se fueron fortaleciendo con pequeñas organizaciones de narcomenudeo, y ante la poca atención de la sociedad en general, pues no podemos culpar solo a las administraciones y la fuerza pública, que hacen sus trabajos en la medida que las circunstancias y la ley se lo permiten.
Lo real es que de cara a la falta de controles se convirtieron en verdaderos centros de delincuencia, dedicados a todo tipo de actividades al margen de la ley, llegando a extremos que todos conocimos al lograrse la intervención a estos lugares por la fuerza pública. Que horror experimentó el país ante el resultados de los operativos, que vergüenza y que degradación en la capital; reconozcamos que ese estado de cosas nació y se incubó por el menudeo o micro-narcotráfico, hoy favorecido por la dosis mínima.
La semana pasada se me preguntaba por el asunto y respondía que no hay nada más perverso en esa lucha contra el narcomenudeo que la dosis personal, que sabemos que la Corte Constitucional en sentencia de los años noventa, despenalizó el porte de pequeñas porciones para consumo personal y luego la Corte Suprema de Justicia dificultó más el control, al impedir una medición y unificación del gramaje a transportar por los drogadictos. ¡Las sentencias se cumplen!, que difícil situación para las autoridades. No vamos a debatir con las altas cortes, pero estas decisiones impiden, dificultan y obstaculizan el trabajo policial. Nadie sabe los avatares de un policía frente a estas personas invadidas por el vicio y por esto ¡Bienvenida la posición del Fiscal General!