Las contradicciones de las noticias internacionales y nacionales son enormes, para muestra algunos botones:
Que por la intromisión de Putin y Rusia, de los ataques cibernéticos, de las visitas de funcionarios de la campaña Trump al embajador Kisliak, acreditado en Washington desde el 2008, el proceso electoral norteamericano se torció en contra de la candidata demócrata, a favor del gobierno espectáculo, carece de sindéresis.
Que no fue asesinado con una inyección letal el hermano del dictador norcoreano en Malasia y atribuir su fallecimiento a un ataque al corazón, es interpretación acomodaticia del régimen, poco importa a su familia el fallecimiento, así se evita aceptar el resultado de investigaciones.
Que no se hable de paz en la campaña electoral colombiana por solicitud del presidente Juan Manuel Santos, contradice su propio discurso, la condición de Premio Nobel.
Imposible entender que para presionar un cese al fuego y la suscripción de un acuerdo de paz, el Eln cometa atentados terroristas, afectando con sevicia a policías, lo cual merece la suspensión del diálogo y el repudio unánime.
Inaceptable que los falsos testigos continúen en los estrados diciendo mentiras con el objetivo de alterar el curso de procesos y la justicia acepte estos testimonios sin cuestionar los antecedentes de quienes los formulan.
Seguir haciendo presencia en el Tribunal de la Haya discutiendo sobre sentencias inejecutables y que nuestra Cancillería omita cualquier pronunciamiento y contribuya, en oposición a las manifestaciones del jefe del Estado, a enredar las fronteras marítimas, desilusiona e incrementa responsabilidades frente a la aspiración nicaragüense de extender su plataforma continental a más de doscientas millas y posponer definiciones para que las asuma un nuevo gobierno dentro de un año no pasa desapercibido ni subsana errores en el manejo de las cuestiones internacionales.
La corrupción ha contaminado todo. Estamos en la nebulosa sobre cómo declarar la caducidad, confundidos en cuanto al procedimiento para la liquidación de contratos con vicios palpables de origen y garantías insuficientes. La fe pública se debilita.
La propuesta de reforma política para que la juventud participe en mayor grado con el otorgamiento del voto a partir de los diez y seis años es simple demagogia, cortina de humo ante el impacto de escándalos impresionantes. Que vivamos en la bonanza por el efecto de la reforma estructural y la cascada de impuestos, ahora reforzados con otro a la gasolina, no lo cree nadie. Peligroso jugar con candela y mermelada. Llegan informaciones desconcertantes relacionadas con la nueva moral, no hay nada que hacer, lo único, como decía el cofrade Alfonso Palacio Rudas, tratar de no tragarlas enteras.