Ofensas entre prohombres | El Nuevo Siglo
Sábado, 31 de Agosto de 2019

“Almas tormentosas, vagaron por el mundo”

 

Gabriel García Márquez, Fernando Vallejo, José María Vargas Vila y Porfirio Barba Jacob, entre otros gigantes, como seres humanos tuvieron extravíos. Todos humanistas descomunales, príncipes de la lengua, en el indómito corcel de la palabra galoparon por los cielos de la fama. Almas tormentosas, vagaron por el mundo, gustaron todos los placeres, mordieron los frutos más apetecidos y lo más trascendental. Colombia tuvo protagonismo internacional gracias a sus producciones extraordinarias.

El Instituto Caro y Cuervo publicó en siete volúmenes los escritos de Laureano Gómez -política, literatura, crítica, historia, polémica-. En un volumen habla el caudillo de la derecha de las vociferaciones de Porfirio Barba Jacob contra Colombia y contra su madre. Este inmenso poeta quedó marcado por la ferocidad, según sus propias palabras, con que su madre lo trató, lo humilló, lo ultrajó y lo expulsó del seno del hogar. Culpó a su país de la miseria en que vivió. En un verso terrible afirma: fueron los hospitales más paupérrimos, los que mitigaron mi hambre y mi dolor y en “medio de la tormenta y el huracán, mi sufrimiento y mi orfandad”.

Darío Jaramillo expresó despiadadamente de Barba Jacob que… fue un poeta indecente, trashumante, sin ética, panfletario, cínico, sablista, vividor, vicioso, pequeño truhan, provinciano dañino, pequeño estafador, exhibicionista de sus hábitos más socialmente condenables, campesino fungiendo de satanás, poeta irremediablemente anacrónico en la retórica de sus versos y, para finalizar, le niega hasta la cristiana virtud de sentir ternura ante su estremecedora poesía.

Barba Jacob está entre los cinco poetas más grandes de América, según Eduardo Carranza, León de Greiff, Valencia Goelkel y otros. Arenas Betancur le dedicó uno de sus mejores monumentos.

Fernando Vallejo en forma casi demencial ha ultrajado a Colombia y a los colombianos. Muchas de sus obras han sido galardonadas. Recibió el Premio Rómulo Gallegos por su libro “El desbarrancadero” (2003). También se llevó al cine su obra “La virgen de los sicarios”, exaltada en varios países. Los expertos lo consideran como una de las más encumbradas autoridades en cuestiones gramaticales. Pues Fernando Vallejo renunció escandalosamente al “gentilicio de colombiano”. Calificó a los colombianos como una muchedumbre de “asesinos”. ¿Desde cuándo, señor Fernando Vallejo, se puede convertir la excepción en norma? Si menos de 50 mil guerrilleros cometen actos terroristas ¿se puede sostener que 40 millones de colombianos, somos criminales? ¿Si por el hecho de que en 12 apóstoles hubo un “Judas traidor”, se pude insultar a los otros 11?

Fernando Vallejo utiliza los más mezquinos adjetivos para atacar a su santidad el papa Francisco. ¿Dónde está el sentido de la tolerancia y el principio democrático de convivir con lo diferente? Fernando Vallejo afirma que si fuera Nerón y Colombia tuviera una sola cabeza, se la cortaría instantáneamente.

Vargas Vila repitió, en mil tonos que sentía vergüenza de ser colombiano, y que por eso siempre vivió en el extranjero. Refiriéndose a los presidentes nuestros, expresó con ironía. Uno de los mejores presidentes fue “Santiago Pérez”.