ORLANDO CANO VALLEJO | El Nuevo Siglo
Martes, 26 de Noviembre de 2013

Tributo a la paz

 

En 2014 los colombianos asumiremos nuevos compromisos fiscales. Habrá nueva reforma tributaria. El Gobierno inició su defensa y argumentación diciendo que es para atacar la evasión, elusión y meter en cintura, a quienes teniendo que pagar impuestos, solo declaran y pagan unas monedas. En la práctica será una nueva reforma para garantizar recursos necesarios que exigirá una eventual firma de paz y su correspondiente proceso de posconflicto que se estima será costoso para el país.

Actualmente la Nación presenta un faltante mayor a $ 3 billones en sus recaudos anuales. Y si viene el desarme y la reconciliación con las Farc, habrá que dar paso a una serie de medidas Y decisiones, como la creación de instituciones y de funciones, que implicarán contar con nuevos recursos para una operación del posconflicto. La paz no es gratis. Supone adiciones presupuestales. El desarme no viene solo. La reintegración de la guerrilla a la vida social y política vale plata y el ejecutivo deberá disponer de esos fondos para atender desmovilizados, reparación de víctimas, apertura de centros asistenciales en sitios golpeados por la guerra, y creación de un sistema que le otorgue herramientas al Estado para prolongar en el tiempo el mantenimiento  social.

Así las cosas, el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, tiene dos retos: decirle públicamente al país que habrá un tributo a la paz ante el tamaño de sus exigencias y demostrar que de paso, el país inicia un proceso  para evitar  evasión tributaria y desarticular los paraísos fiscales. Está claro que el marco para la paz no tiene hoy asegurados los recursos de su financiación. El actual modelo de presupuesto en gastos e ingresos, no incluye  financiación del eventual acuerdo de desarme y pacificación con las Farc  y de manera paralela uno similar con el Eln. En consecuencia es preciso generar  recursos adicionales que les den a esas guerrillas la seguridad de que lo acordado es financiable y que no quebrará las arcas del Estado.

Tampoco el país puede fincar esperanzas en que las grandes potencias del mundo, junto con Naciones Unidas y Eurozona, otorguen ayudas económicas al posconflicto, como sucedió con Sudáfrica. Al no existir la capacidad financiera ni fiscal para cubrir los gastos que demandarán nuevas inversiones y responsabilidades, el Gobierno deberá tramitar el próximo año una nueva reforma tributaria que también tendrá como corazón, la extirpación de la billonaria evasión.

Lo lamentable es que a estas alturas del partido en Colombia, todavía estemos hablando de colchas de retazos en nuestro régimen impositivo, en lugar de dar paso a una verdadera reforma estructural de aduanas e impuestos. De manera que el Gobierno está llamado a decir la gran verdad sobre la responsabilidad política y económica que significa hacer la paz. Y que vendrán impuestos.