En mis más de veinticinco años de práctica terapéutica he constatado que el tema que está a la base de los motivos que tienen las personas para asistir a consulta está la paz mental. Ella se afecta cuando se termina una relación de pareja, se llega a la quiebra o se atraviesa alguna enfermedad.
En últimas, los seres humanos anhelamos nuestra paz interior, aunque muchas veces no tengamos las palabras para expresarlo en forma precisa. Ese estado de tranquilidad depende de qué tan hábiles seamos para tramitar los conflictos de la vida diaria, esos que nos llevan a sentirnos abatidos y en ocasiones desesperanzados. Tenemos derecho a experimentar esos momentos de tristeza, miedo o enojo, a expresar lo que nos ocurre porque alguna situación de la vida nos altera nuestra emocionalidad y nos sentimos agobiados.
Por supuesto, yo no soy ajeno a esos bajonazos; entonces, vivo las emociones, las dejo ser, estar y pasar, con plena consciencia de saber que no soy ellas. Así recupero mi capacidad para identificar soluciones. Y pido apoyo, pues hay personas con más experiencia que yo, que amorosamente me pueden guiar a encontrar salidas y recuperar mi paz.
Ante conflictos que no son de nuestra escala, como guerras, invasiones o maniobras políticas, que no podemos resolver porque no depende de nosotros hacerlo, podemos apelar al discernimiento y preguntar a una instancia superior -nuestro sobreser, el doble cuántico o a Dios- qué nos corresponde hacer. Cuando yo lo hago, por lo general la respuesta que aparece es no sumarme a la polarización y entrar en oración por que la Luz Mayor ilumine esa situación que, sin duda, afecta a muchas personas y genera dolores profundos.
Sí, elegir abstenerse de polarizar es difícil, sobre todo porque no es políticamente correcto y se cree, erróneamente, que no es tomar postura alguna. Y sí, es posible que socialmente no se vea bien, pero espiritualmente es más sano. No sumar nuestra energía a un conflicto que no podemos resolver es la mejor manera de contribuir a que se resuelva, ya que no estamos alimentando esa situación desde nuestros egos, sino enviando nuestra mejor intención para que la Luz opere como corresponda. Es rendirse ante la Divinidad, lo que a nuestras mentes ruidosas les parece reprochable y una forma de no hacer nada. Sin embargo, se hace mucho, pues no nos sumamos de ninguna manera a la confrontación.
Hoy te invito a cultivar tu paz mental: evitar conflictos innecesarios, respirar conscientemente, elegir con qué vibras y con qué no, estar consciente de tus emociones y pedir apoyo y guía divina. Todo esto es eminentemente práctico y nos ayuda a tomar decisiones que nos lleven a la paz mental.
@eduardvarmont