"Aquí, mi chino, petrificados del miedo". Con esta elocuente frase un buen amigo mío, bogotano de pura cepa, me trató de resumir la situación que se vive en el país en vísperas de los próximos comicios. Cosa que no deja de ser curiosa y hasta paradójica: a medida que se acerca la cita con las urnas, efectivamente las encuestas de opinión tienden a favorecer las aspiraciones presidenciales del exalcalde Gustavo Petro Urrego.
Parlamentario de altos quilates fue, sin embargo, un burgomaestre cuya gestión al frente de la Alcaldía Mayor de Bogotá resultó bastante mediocre, en términos populistas. Hoy, desde luego, está recogiendo todos sus esfuerzos dedicados a los habitantes del sur de la ciudad y es evidente que ahora cuenta con una clientela fiel y apasionada de sus métodos y consignas. Y no es una base electoral pequeña o despreciable: la conforman por lo menos millón y medio de votos. Es un buen "nicho electoral".
Esta llamada por algunos "la campaña del odio" se libra a campo abierto, barrio por barrio, y las fuerzas de orden se han tenido que emplear a fondo para que los desmanes no fueran a mayores. Los bienes públicos capitalinos, especialmente Trasmilenio, han sido las víctimas de los embates de estas franjas lunáticas criollas que tratan de sembrar el caos por doquier. Así las cosas, con inteligencia no exenta de insensatez se está convirtiendo en uno de los candidatos "fijos" para superar la primera vuelta y encaminarse, acompañado por todas las fuerzas de izquierda hacia el botín mayor. ¿Quién, en la derecha, le parara el macho, como dice el vulgo?
Podemos comenzar por el antioqueño Sergio Fajardo, quien pinta bien en las encuestas, por su pinta de hippie con canas y su bien ganado prestigio de político decente. Tiene seguidores pero, parece, que no los suficientes para poder desplazar a Petro. No pelea con nadie ni critica nada y esto que puede ser bueno termina dejándolo en un "limbo" doctrinario peligroso. Otro candidato que podría estar en la jugada es "el que diga Uribe", que terminó señalando a un político un poco bisoño, el también paisa Iván Duque, quien quizás no pueda cuidarle bien "sus tres huevitos".
El exministro y ex negociador de la paz, Humberto De la Calle, logró la candidatura del maltrecho partido liberal. Tiene más capacidades que probabilidades. Se ha sabido distinguir en una gran cantidad de responsabilidades burocráticas de la alta política y ha sido siempre transparente, tan transparente que no se ve cuando se le necesita. Eso al menos es lo que dicen sus críticos. En esta carrera de gran aliento creemos que no tiene el suficiente y necesario oxígeno para "coronar".
Hemos dejado para el final el nombre del candidato que consideramos será el que cruce aceros con Petro: German Vargas Lleras. Visto desde todos los ángulos es el político más recomendado por las circunstancias para suceder a Juan Manuel Santos. Por su tradición, su preparación y su talante, es el mejor hombre para gobernar la Colombia del posconflicto. Tienen las fortalezas para consolidar la paz y disuadir, a las buenas o a las malas, a los disidentes y sus reencarnaciones sangrientas. Tiene también visión de estadista.
Posee, además, la gran ventaja de ser muy bien visto por las mayorías conservadoras. Nuestro partido, huérfano de jefes y de candidatos, sabe con certeza que sus doctrinas y sus propósitos programáticos, si aún los tenemos, estarán muy bien resguardadas bajo su tutela. Vivimos momentos cruciales y peligrosos, que no pueden ser solucionados por aventureros o politicastros de segunda. Pueda ser que los astros sean propicios a sus aspiraciones.