¿Qué está pasando con las políticas colombianas? ¿Por qué no logran posesionarse en primer plano? Hoy, en medio de este marisma de candidatos presidenciales no aparecen, están desdibujadas, sacadas del ring.
Somos más del 50% de la población y, desde el 4 de agosto de 1954, día en que la Asamblea Nacional Constituyente (ANAC) aprobó la ciudadanía de la mujer, hemos tenido el derecho a votar, elegir y ser elegidas; sin embargo, hoy 67 años después, no hay ni una sola candidata con posibilidades de ganar la presidencia, ¡ni una sola! ¡Algo anda mal, muy mal!
Parecería que vamos caminando de para atrás, como los cangrejos. En 1974, María Eugenia Rojas, cuando tenía 41 años, fue candidata a la presidencia quedando en tercer lugar después del triunfador Alfonso López Michelsen y del candidato conservador Álvaro Gómez Hurtado. Desde entonces ha habido importantes mujeres que en nombre de diferentes partidos de derecha e izquierda han competido por la presidencia, siendo la más cercana a lograrlo Noemi Sanín, con cerca de 3 millones de votos a su favor.
Hoy, Marta Lucía Ramírez, es vicepresidenta, luego de haber sido candidata a la presidencia por el partido conservador, y la izquierdista Claudia López es la primera alcaldesa de Bogotá. Pero, a pesar de tener mujeres muy preparadas, determinadas y bien conocidas por el pueblo, ninguna fue postulada por su partido, ni se postuló por firmas para la presidencia.
Mi madre, Bertha Hernández de Ospina, líder del partido conservador por décadas, única mujer colombiana congresista por 20 años consecutivos y luchadora por los derechos civiles de la mujer, cuando no tenía derecho ni a obtener un título de bachiller, a administrar sus propiedades o su salario, decía: “votar es solo el comienzo, hay que participar en política para gobernar, si no, jamás, seremos verdaderamente iguales a los hombres”. Algo muy cierto. Hoy, escasamente ocupamos el 12% de las alcaldías del país, hay solo dos gobernadoras y, en la Cámara y el Senado continuamos siendo minoría.
Dicen que Colombia es un país machista, puede que sí, pero es que nosotras somos mayoría, óigase bien ¡mayoría! Nuestro voto puede poner y quitar presidentes. Quizá las colombianas no han entendido eso. ¿O, será que son machistas? Y prefieren ser gobernadas por hombres. Puede ser, recordemos que Colombia fue uno de los últimos países latinoamericanos en conceder el voto a la mujer e, increíblemente, mucha de la oposición vino de las mujeres.
No basta con que en las universidades ya seamos mayoría en carreras como el derecho, que nos estemos destacando como médicas, científicas, escritoras, militares, gerentes, ministras. No, eso no basta. La verdadera igualdad la tendremos cuando seamos la mitad en los tres poderes, el ejecutivo, legislativo y judicial.
Hoy, hay políticas tan destacadas, o más que los hombres, pero les han cerrado el paso. Parecería que los líderes políticos las aprecian, o utilizan, solo como “carga ladrillos”; pero cuando se trata de escoger candidato para la presidencia o para encabezar listas a cámara o senado, las sacan del radar.
Es hora de que los partidos despierten de su machismo y que las políticas no acepten ser menospreciadas por ellos. Personalmente estoy indignada con el trato que los partidos están dando a las líderes políticas. ¿Usted no?