Los nuevos ricos Nule
Muy posiblemente José Fernando Mestre Ordóñez sea el profesor que más conoce en Colombia sobre el principio de oportunidad. Enseña él que la figura es una de las típicas instituciones que enhorabuena hemos importado para desarrollar nuestra política criminal. Sin embargo, siempre se asegura que sus lectores y estudiantes entiendan que esa excepcional figura del Derecho Penal está diseñada para ofrecer flexibilidad a la Fiscalía a la hora de negociar con delincuentes y criminales de talla mayor que tienen por propósito desestabilizar la estructura de gobierno, tales como los terroristas de las Farc o los otrora miembros de las Autodefensas, y no para negociar con los corruptos de cuello blanco.
Este principio es tan excepcional como específico: excepcional porque no se trata de violar el Estado de Derecho entregando enormes beneficios penales a cuanto delincuente delate a sus cómplices y secuaces; específico por cuanto se inventó, insisto, para poder alcanzar importantes negociaciones de paz con grupos armados terroristas que no pudieron ser doblegados mediante el uso de la fuerza legítima.
Es por ello que como ciudadano me indigna saber que este excepcional y específico instrumento se ha usado con los primos Nule. ¡Lo que nos faltaba! Ya no solamente nos quedaron debiendo las tantas obras inconclusas, inacabadas o ni siquiera iniciadas, las disculpas a la honra nacional, la recuperación de la confianza en nuestras instituciones, sino que, por lo visto, dentro de poco serán, una vez más, los nuevos ricos del vecindario, con lo cual, dentro de nada, los veremos pavoneándose en las principales portadas de las revistas sociales del país con una fortuna superior al billón de pesos robada del erario mientras la pobreza entre los ciudadanos pulula y la miseria entre los servidores públicos continúa ocupando los principales puestos de corrupción de la urbe.
Así es la gente de nuestra región: mediocre, incapaz, desmemoriada e insensible, tanto así que los cínicos pueden hacer con ella lo que les plazca sin que se inmute cualquier sosegada alma. Por eso nuestro destino y por eso mismo nuestra condición, porque los criminales son los que salen en las portadas de las revistas, los poderosos de las sociales, los más caros ejemplos ciudadanos y, si me apuran, hasta expresidentes, como sucediera en la época del Proceso 8.000.
*Presidente de la Corporación Pensamiento Siglo XXI