Muy oportuno el tema de la Reunión de Alto Nivel del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas en 2018 -“De lo global a lo local: apoyando a sociedades sostenibles y resilientes en comunidades urbanas y rurales”-, realizada del 16 al 19 de julio, en Nueva York, Estados Unidos. La Legión de la Buena Voluntad (LBV) ha trabajado en sintonía con ese tema de maneras diversas, con especial atención a las poblaciones en situación de vulnerabilidad social, capacitándolas y empoderándolas para que logren reaccionar a las dificultades socioeconómicas, así como a las de orden personal que tantas veces las afligen y, así, construir un futuro mejor no sólo para sí mismas, sino también para las generaciones futuras.
De acuerdo con nuestra contribución para fomentar la conciencia ambiental en todas las poblaciones, también desde hace décadas vengo insistiendo que la destrucción de la Naturaleza es la extinción de la raza humana. Es evidente que esto no es solo una frase para llamar la atención de la Humanidad, siempre apresurada y, muchas veces, rumbo a su propio exterminio.
En general, los seres humanos se mueven como si no existiera un mañana. De esta manera, dejan de evaluar el resultado futuro de sus acciones del presente. Es preocupante, porque cuando los efectos devastadores de la mala siembra llegan, el cuadro puede ser irreversible o estar acompañado de enormes perjuicios.
Sostenibilidad es una palabra de moda, sin embargo, ¿actuamos de acuerdo con su significado? Los problemas relacionados con los recursos naturales aumentan cada día. ¡Vean la reducción en los depósitos de agua en diferentes ciudades brasileñas y del mundo!
De vez en cuando llegan a nuestro conocimiento estudios que demuestran que cualquier acción salvaje contra el medio ambiente siempre trae algún tipo de desequilibrio local o en lugares distantes. Aun así, los árboles siguen siendo una “molestia” u objeto de codicia sin fin en la Amazonía, la Mata Atlántica o en cualquier lugar del planeta. ¿Hasta cuándo?
Nunca como ahora se hizo tan indispensable unir los esfuerzos de ambientalistas y de sus detractores, como también de trabajadores, de empresarios, del personal de los medios masivos de comunicación, de los sindicalistas, de los políticos, de los militares, de los abogados, de los científicos, de los religiosos, de los escépticos, de los ateos, de los filósofos, de los sociólogos, de los antropólogos, de los artistas, de los deportistas, de los profesores, de los médicos, de los estudiantes, de las amas de casa, de los jefes de familia, de los barberos, de los taxistas, de los barrenderos y demás segmentos de la sociedad, en la lucha contra el hambre y por la conservación de la vida en el planeta.
El asunto se volvió dramático y sus perspectivas, trágicas. Por los mismos motivos, urge el fortalecimiento de un ecumenismo que supere barreras, aplaque odios, promueva el intercambio de experiencias que estimulen la creatividad global, corroborando el valor de la cooperación socio-humanitaria de las alianzas, como por ejemplo en las cooperativas populares en las que las mujeres tienen gran desempeño, destacando el hecho de que son frontalmente contrarias al desperdicio. Hay mucho que aprender unos con otros.
Una guía diferente, comprobadamente, es la de la violencia, de la brutalidad, de las guerras, que invadieron los hogares en todo el orbe. Resumiendo: cada vez que derribemos la arrogancia y el prejuicio habrá siempre que absorber lo que hay de justo y bueno en todos los componentes de esta amplia “Arca de Noé”, que es el mundo globalizado de hoy.
*Presidente de la Legión de la Buena Voluntad