Bogotá parece decidida a demostrar que ha sido y seguirá siendo una ciudad que crece desmesurada y caóticamente, sin planeación alguna, al vaivén del egoísmo de sus dirigentes, sin civismo de ninguna clase y sin una ciudadanía a la que le duelan sus numerosos y múltiples problemas. Y como potro cerril no tolera jinete que lo amanse y le marque el paso.
Indisciplinada y terca se niega a que un buen gobernante como lo es Enrique Peñalosa Camargo la pueda llegar a convertir en una verdadera y civilizada metrópolis moderna y funcional, con una personalidad amable, en donde todos vivamos y convivamos solidaria y productivamente. No son pocas las veces que en esta columna hemos lamentado como los nueve millones de bogotanos tenemos que parecer un entorno francamente hostil a nuestro cotidiano bienestar. Una ciudad sucia, llena de huecos y grafitis, polucionada, atestada. Paralizada por los trancones y atolondrada por toda clase de ruidos. Y como si esto fuera poco insegura y atemorizada por decientes callejeros, que asedian en todas las esquinas.
En su primera administración Peñalosa nos demostró de todo lo que era capaz como gobernante serio, preparado y visionario. De cómo era un urbanismo moderno pragmático que sabía y conocía su mandato. Infortunadamente las tres plagas del Polo dejaron casi en ruinas lo por él construido...Pañalosa volvió y con los mismos bríos decidió darle potencialidad a nuestra capital. Pero los mismos con las mismas también volvieron: unos concejales irresponsables que sólo hablan solo el idioma de sus intereses y que no tienen un ápice de compromiso el futuro de los bogotanos. Y acabaron entonces con los programas de valorización capitalina, única herramienta para poder financiar los programas de una dinámica y renovadora administración.
"Cuando se hunde la valorización en el Concejo, no es el Alcalde el que pierde sino son sus millones de ciudadanos que no van a poder tener las obras que necesitan. Vamos a dejar de hacer muchos parques y vías, muchos proyectos que estaban destinados a facilitar la vida a todos ", ha lamentado Peñalosa. Lo verdaderamente preocupante es que si no se logra un entendimiento mutuo a la administración le quedará muy difícil cumplir sus promesas de campaña y será entonces cuando el petrismo podrá hacer su agosto revocatorio.
Adenda
Un agudo sociólogo bien podría deducir de toda esta situación muchas de las razones del por qué, en nuestro país, es tan difícil alcanzar la paz, Nos explicaría como esa anhelada pacificación de los espíritus, se logra tan solo cuando todos estemos dispuestos vivir y convivir sin egoísmos. Y "echar palante"...