Un tema crucial para la ONU | El Nuevo Siglo
Lunes, 10 de Febrero de 2025

Colombia no puede ignorar la situación política mundial y la discordia que ronda por todas partes, ni las guerras que se desarrollan en regiones estratégicas diversas. Lo mismo que los desafíos económicos y tecnológicos que se dan entre los países más avanzados, así como la casi impotencia que cunde en las Naciones Unidas o en el Tribunal Penal Internacional, que no consiguen frenar estos violentos desafíos.

En nuestra región, la OEA suele condenar los abusos de las dictaduras, sin que tengan mayor impacto sus decisiones. En gran medida lo que impera es un desorden mundial, que algunos denominan orden. Dictaduras como la de Nicaragua persisten, pese a que no solamente persiguen y encarcelan a los opositores, sino que destierran a clérigos y obispos católicos. Entre los mayores desafíos está el de los emigrantes que buscan oportunidades en terceros países. Por el Darién, en la frontera con Panamá, cruzaron el año pasado más de 600.000 personas, que son explotadas y vejadas por los “coyotes” que las movilizan.

En los Estados Unidos y en varias de sus grandes urbes, la presencia de esos recién llegados no siempre se asimila. Así algunos impulsen la economía, otros agravan los problemas sociales al crecer los cinturones de miseria y aumentar el descontento en las calles, donde los marginales y ciudadanos del común consumen alucinógenos y se manifiestan en turbulentas protestas.

Una gran parte de los inmigrantes contribuye con la mano de obra que demanda esa poderosa economía y otros que no consiguen trabajo se hunden en el malestar social y sus necesidades. En buena medida la campaña de Donald Trump se centró en ofrecer a los ciudadanos seguridad. El imperio de la Ley y orden ha sido la consigna. Por tal razón, el gobierno Trump apela a duras medidas para intentar contener el avance de la drogadicción y el caos citadino. Apenas con anunciar sus draconianas sanciones a los países involucrados, produjo resultados. La presidenta de México dijo que respondería con medidas arancelarias, para entrar a negociar y en consecuencia desplazó diez mil soldados a la frontera y recibió a los ilegales. Colombia acepta recibir a varias de las personas expulsadas: Más en horas de la madrugada, el gobernante cancela la autorización de los vuelos, con las consecuencias conocidas y las sanciones anunciadas por EE.UU., lo que da lugar a que el gobierno colombiano las acepte a regañadientes.

Estos problemas no van a terminar de un momento a otro, tienen que ver con las diversas crisis sociales y económicas que afectan a las naciones por el crecimiento exponencial de la población en un mundo en desarrollo desigual. Al padecer Colombia la ausencia de soberanía en gran parte de su territorio, donde prevalecen la delincuencia y la violencia subversiva, como por la corrupción y el frenó oficial a la movilización de nuestras tropas, es ruta obligada de indocumentados de distintas regiones del mundo. El desafío no es nuevo y se viene agravando hace décadas.

Alberto Lleras Camargo, en el siglo pasado, se manifestó a favor del control natal en algunas regiones y lo acusaron de imitar a Herodes. Él comprendía el alcance de esa perniciosa situación que influye en la intervención foránea en el país.

El estadista Álvaro Gómez Hurtado va más lejos y señala que el problema es de ida y vuelta, involucra a los productores y consumidores, por lo mismo considera que se debe replantear el asunto entre los países más desarrollados afectados por las exportaciones de drogas ilícitas y su consumo, así que sugiere que se cree una entidad de la ONU que determine lo que hacen los países consumidores para combatir las mafias del vicio en su país, al tiempo que establezca los resultados para combatir a las mafias en las naciones productoras. Lo mismo que plantea que si se levanta la prohibición, los precios de las drogas ilícitas se desplomarían y las mafias dejarían de ganar miles de millones. Él estaba dispuesto a defender su tesis en la ONU.

Es un desafío de la diplomacia internacional que tiene la misión de atender los problemas que involucran a las potencias y terceros países, en especial para evitar que el remedio agrave más la enfermedad.  Quizá, como suele hacer el presidente Donald Trump, al lograr sus objetivos inmediatos entre a negociar salidas más efectivas.