VÍCTOR CORCOBA HERRERO* | El Nuevo Siglo
Jueves, 21 de Febrero de 2013

El lenguaje de amor

 

Coincidiendo  con la pasada fecha típicamente occidental de San Valentín (14 de febrero), se me ocurre interpelarme e interpelar a los lectores, sobre un renovado lenguaje de amor para el mundo. Al igual que esta persona (Valentín), allá por el siglo III reivindicó el cese de la prohibición de matrimonios para los jóvenes, porque en opinión del emperador (Claudio II) los solteros sin familia eran mejores soldados al tener menos ataduras, pienso que también en el momento actual tenemos que demandar un amor más verdadero.

Muchos lectores pensarán que San Valentín surge por el interés de unos restaurantes o de centros comerciales por avivar el consumo, pero su origen se remonta al período del Imperio Romano. Por aquel tiempo, el sacerdote consideró que el decreto era injusto y desafió al emperador. También la situación actual exige cambios en nuestro comportamiento. El mundo tiene hambre de amor. Sabemos que tan importante como alimentar el cuerpo es alimentar el corazón, y por ello, hemos de activar la ternura, el acompañamiento, la adhesión hacia los que sufren.

El amor, y sólo el amor, es lo que nos alienta la vida, hace que las personas se realicen mediante la entrega sincera de sí mismas, no en vano amar significa dar y recibir lo que no se puede comprar ni vender, sino sólo donar libre y recíprocamente.

La solución al problema planteado recientemente por Naciones Unidas de cómo avanzar en el programa "Hambre Cero" no está en poder alguno, sino en saber encauzar nuestras propias vidas en ayudar a los que menos tienen. Tampoco es nada nuevo, ya el científico alemán en el siglo XIX, Albert Einstein, apunto la mejor receta, al decir que "sólo una vida vivida para los demás merece la pena ser vivida".

En este globalizado mundo todo son facilidades para hacer el amor, sin embargo, para enamorarse ya es más complicado. San Francisco de Asís al enamorarse de Jesús, halló el rostro de Dios-Amor, y se convirtió en su cantor ardiente, como verdadero místico.

Por esa falta de lenguaje claro, conciso y verídico, que solo puede poseer el que en verdad está injertado por el enamoramiento a la especie humana, nada es lo que parece. No es una actitud amorosa, o sea, responsable, movilizar unas medidas (sin corazón) para que se salve solamente el sistema económico imperante, dejando a la deriva a personas. Superar los acontecimientos actuales y levantar un futuro más justo se forja desde la conjugación del verbo amar, nunca desde el egoísmo y mucho menos desde esta perversa injusticia social planetaria que nos invade.

corcova@telefonica.net

*Escritor