La contaminación del aire, un fenómeno con múltiples consecuencias para la salud y cuestión central de una reunión realizada ayer en Bruselas de varios Estados que incumplen las normas al respecto, proviene en gran parte de la industria, la calefacción y los transportes.
Más que los picos de contaminación, consecuencia en parte de las condiciones meteorológicas o del alza estacional de algunas actividades, lo que preocupa es la exposición crónica a un aire de pésima calidad.
Una de cada nueve muertes en el mundo está relacionada con la contaminación atmosférica, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), que constata avances en la vigilancia del fenómeno pero pide “una acción rápida”.
Las partículas
Estas materias microscópicas en suspensión en el aire son las que ensucian las fachadas de los edificios de las ciudades.
Se dividen en PM10 (con un diámetro inferior a 10 micrones), que proceden sobre todo de los procesos mecánicos, como las actividades de construcción; y las “partículas finas” (PM 2,5, con un diámetro inferior a 2,5 micrones), efecto de las aguas residuales de la combustión de la madera o de los carburantes (fundamentalmente el diésel), al igual que los vapores industriales.
La Agencia Europea del Medioambiente los considera el “contaminante atmosférico más nocivo para la salud humana en Europa”. Un 90% de los habitantes de las ciudades están expuestos a ellos a niveles superiores a los umbrales recomendados por la OMS.
Las partículas más pequeñas, que generan más preocupación en el plano sanitario, penetran en las ramificaciones de las vías respiratorias, pero también en la sangre. La exposición a estos elementos puede provocar cáncer, asma, alergias, enfermedades respiratorias o cardiovasculares.
Óxidos de nitrógeno
Son el monóxido de nitrógeno pero, sobre todo, el dióxido de nitrógeno (NO2), que se forma principalmente en los procesos de combustión, especialmente en los motores de los automóviles o las centrales eléctricas.
El dióxido de nitrógeno es el más nocivo de los dos para la salud humana. Al estar relacionado con el transporte terrestre, afecta mucho a las ciudades, y sus emisiones son mayores en los motores diésel.
La OMS clasificó el diésel como elemento cancerígeno cierto, y las emisiones de los motores de gasolina como probables cancerígenos.
El NO2, un gas irritante, favorece el asma e incluso las afecciones pulmonares en los niños. En Europa y América del Norte, la OMS asocia la disminución de la función pulmonar a las actuales concentraciones de NO2.
El dióxido de nitrógeno es también el principal agente responsable de la formación de los aerosoles de nitratos -que representan una proporción importante de los OM 2,5 y de ozono- en presencia de los rayos ultravioleta.
Otros contaminantes
El dióxido de azufre, procedente de la combustión del carbón y el petróleo, es el causante de patologías respiratorias.
El amoniaco (NH3) está vinculado a las emisiones de la agricultura, importantes en primavera en el momento del abono.
En periodos de calor, especialmente en verano, también hay que tener en cuenta el ozono (O3), un gas corrosivo procedente de las reacciones entre varios contaminantes (transportes, agricultura, industria manufacturera...) bajo el efecto del sol.
La industria emite también metales pesados, a pesar de que se hayan realizado avances, sobre todo con el plomo y el cadmio.
Por último, los expertos consideran que habría que vigilar el impacto de las últimas tecnologías, como las nanotecnologías y algunos pesticidas