En la madrugada del 6 de junio de 1944, en plena Segunda Guerra Mundial, comenzó la llamada Operación Overlord, la cual consistió en un masivo desembarco por parte de las fuerzas aliadas del Reino Unido, Estados Unidos, Canadá y exiliados españoles, en las playas de Normandía para liberar aquellos territorios de la Europa Occidental que habían sido ocupados por la Alemania nazi.
El episodio, también conocido como Día D, aún vive en la memoria de quienes estuvieron en esa guerra: “No se trata sólo de mí. Todos son héroes", dice John Mines, tras cruzar el Canal de la Mancha en ferry, junto a otros 28 británicos del Desembarco de Normandía, para conmemorar el 80.º aniversario de esta operación militar clave.
"No estoy especialmente orgulloso de lo que hice, pero si tuviera que volver a hacerlo, lo haría. Estoy feliz de nuestro sacrificio por que otros pudieran tener una buena vida", declaró Mines, de 99 años, uno de los 16 mil soldados que participaron en la gesta.
"Tuve mucha suerte. Un proyectil explotó a un metro de mí y si te alcanzaba una ametralladora, te partía en dos. Uno de mis compañeros murió inmediatamente tras poner un pie en la playa", concluye el veterano.
El hombre tenía 19 años cuando desembarcó en la primera oleada, entre los ingenieros encargados de limpiar de obstáculos Gold Beach, a orillas de la localidad normanda de Ver-sur-Mer.
La estrategia
En un principio estaba previsto que la operación comenzara el 5 de junio de 1944, cuando se esperaba que la luna llena y las mareas bajas coincidieran con el buen tiempo, pero las tormentas obligaron a retrasarla 24 horas. Las divisiones aliadas comenzaron a desembarcar en las cinco playas a las 6:30 de la mañana de ese 6 de junio.
La planificación del Día D comenzó con más de un año de anticipación. Los países aliados llevaron a cabo un importante engaño militar para confundir a los alemanes sobre cuándo y dónde tendría lugar la invasión.
El principal engaño se llevó a cabo en la isla de Gran Bretaña, donde los aliados crearon dos ejércitos fantasmas que supuestamente atacarían Noruega y el Paso de Calais, la parte más cercana de Francia a Inglaterra. Con ellos se pretendía alejar a las reservas alemanas de las playas normandas en los decisivos días que seguirían al desembarco.
La primera parte de la operación, conocida como Fortaleza Norte, supuso la creación del falso 4º ejército británico en Edimburgo, cuyo aparente objetivo eran los fiordos de Stavanger y Narvik. Con el fin de dar credibilidad a la treta, se construyeron en Escocia campamentos con tiendas y parques de vehículos y tanques falsos, que fueron fotografiados por los aviones de reconocimiento alemanes que la RAF dejaba pasar tras una apariencia de combate.
Las transmisiones por radio fueron también un elemento esencial de este engaño, pues varias estaciones repartidas por Escocia mandaron miles de comunicaciones atribuibles a una gran concentración de soldados.
Con todas estas argucias, se logró que los alemanes desviaran parte de sus reservas al Mediterráneo y Calais antes del Día D, cundo se puso en marcha una segunda serie de engaños que ocultarían el destino real de la fuerza de desembarco.
Ataque falso
Llegada la noche del desembarco, dos flotas aéreas partieron de Inglaterra hacia Calais y la costa al este de Normandía, lanzando a su paso millones de tiras de aluminio llamadas windows, que simulaban la partida de una gran flota desde los puertos británicos. Bajo ellos navegaban 17 barcos equipados con el amplificador de señal Moonshine, que multiplicaba el número de señales recibidas por los radares alemanes, que veían que una considerable flota se dirigía hacia Calais.
Simultáneamente se lanzaron en paracaídas tras las líneas enemigas 400 muñecos Rupert: maniquíes hechos de tela de arpillera rellena de paja que desde lejos se confundían con los verdaderos paracaidistas aliados. Estos muñecos, equipados con mecanismos de autodestrucción y grabadoras con sonidos de combate, fueron lanzados lejos de las verdaderas zonas de aterrizaje para distraer a los alemanes, e iban acompañados de pequeñas unidades de comandos cuyos ataques daban visos de realidad a la elaborada engañifa.
El Día D todas estas estratagemas contribuyeron a asegurar el éxito de la operación, convenciendo a Hitler de que el ataque a Normandía no era más que una distracción antes del asalto a Calais e impidiendo así que este enviara a sus divisiones de reserva a contraatacar en las playas. Un retraso de dos días que permitió a los aliados asegurar la cabeza de playa y transportar a Francia un número suficiente de hombres que aseguraría la victoria sobre los nazis.
El operativo, que fue comandado por el general estadounidense Dwight D. Eisenhower, que años después sería presidente del país, se recuerda como una de las operaciones navales, aéreas y terrestres más grande de la historia y su éxito permitió abrir un nuevo frente en Europa occidental, tanto para debilitar el dominio alemán en la zona, como para disminuir la presión que estaba sufriendo la Unión Soviética.
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