"Él nos amó", la cuarta encíclica de Francisco | El Nuevo Siglo
El papa Francisco subraya en el documento la vitalidad del amor de Cristo como una fuerza capaz de transformar tanto a la Iglesia como al mundo. / Foto AFP
Viernes, 25 de Octubre de 2024
Hernán Olano

La más reciente encíclica del papa Francisco, "Dilexit Nos" (“Él nos amó”), dada a conocer este 24 de octubre, resuena profundamente en su llamado a volver al amor genuino y radical del Corazón de Cristo, tanto humano como divino. Este documento ofrece una reflexión rica y oportuna sobre la centralidad del amor en la vida cristiana, apelando a sus distintas dimensiones históricas, espirituales y teológicas. Como especialista en derecho canónico y vaticanista, observo cómo Francisco busca, con esta encíclica, reavivar la comprensión del amor abnegado que Cristo nos ofrece y que ha sido el fundamento de la fe católica desde sus orígenes.

Primero, "Dilexit Nos" nos recuerda que el símbolo del corazón, con su rica tradición en la teología cristiana, no es un mero ícono sentimental, sino un llamado a profundizar en la esencia misma de quien es Cristo: un puente entre lo humano y lo divino. El Papa urde una conexión magistral entre las descripciones clásicas y teológicas del corazón como centro de la persona, refiriéndose a sus raíces etimológicas y filosóficas que destacan la unidad del ser humano en cuerpo y alma.

La encíclica también aborda el reto de enfrentar un mundo que a menudo se sumerge en la superficialidad y el consumo compulsivo. En este contexto, Francisco impulsa a recuperar el corazón como centro de discernimiento y unidad, que llama a un replanteamiento del modo en que percibimos la vida y nuestras acciones diarias. Aquí, el papa lanza una crítica sutil pero potente contra las estructuras económicas y tecnológicas que buscan vaciar de sentido nuestro existir, y enfatiza la urgencia de cultivar una interioridad fecunda, movida por la autenticidad del encuentro con Cristo.

Praxis

Es particularmente interesante cómo Francisco interpela a las comunidades cristianas a vivir este amor del Corazón de Jesús de manera activa, en una praxis que implica la reparación de las heridas del mundo. Recordando a figuras importantes en la historia de la devoción al Sagrado Corazón, como san Juan Eudes o santa Margarita María Alacoque, el papa entrelaza esta tradición con un imperativo de justicia social, llamando a una civilización basada en el amor. Esta integración de misticismo y acción social refleja una de las constantes del pontificado de Francisco: la inseparable unión entre contemplación y acción.

En la encíclica se mencionan varios otros personajes históricos de relevancia espiritual y teológica con aportes a su actuar, como es tradicional en los textos de Francisco: San Agustín y su importancia para el desarrollo de la devoción al Sagrado Corazón como símbolo de un encuentro personal con Cristo. San Bernardo de Claraval, quien retomó la idea del costado traspasado de Cristo como revelación del amor de su Corazón, como también lo hizo Guillermo de Saint-Thierry. San Buenaventura, quien unió la fuente de los sacramentos con la relación personal de amor en Cristo. Las visiones del Corazón de Cristo de Santa Gertrudis de Helfta y, la promoción de la confianza en la gracia y el amor del Corazón de Cristo de San Francisco de Sales. San Claudio de La Colombière, quien divulgó las experiencias de santa Margarita María y unió la devoción al Sagrado Corazón con una profunda espiritualidad ignaciana. Santa Teresa del Niño Jesús, la cual enfatizó la confianza ilimitada en la misericordia y el amor de Cristo y, San Carlos de Foucauld, el cual vivió una entrega al amor del Corazón de Jesús que lo llevó a una vida misionera y de fraternidad universal. Todos estos personajes, subrayan la rica tradición y la profundidad espiritual que nutre la devoción al Sagrado Corazón dentro de la Iglesia, según lo presenta el papa Francisco.

Devoción

A nivel teórico, la cuarta encíclica de Francisco, "Dilexit Nos" (previamente la "Lumen Fidei", escrita en parte por su predecesor el papa Benedicto XVI; en 2015 publicó "Laudato si", sobre la ecología, y la de 2020, "Fratelli tutti", sobre la fraternidad universal), nos ofrece un marco donde la devoción al Corazón de Cristo se despliega en tres dimensiones amatorias: el amor divino, el amor humano espiritual y el amor humano sensible. Esta trifecta no sólo abre las puertas a una vivencia plena del misterio de Cristo, sino que nos convoca a ser sus testigos en un mundo que clama por justicia, solidaridad y paz. El papa subraya que estas expresiones de amor no son capacidades operativas separadas, sino manifestaciones que se integran armoniosamente en la vivencia cristiana auténtica.

"Dilexit Nos" plantea un retorno al corazón –no un regreso nostálgico a prácticas pasadas, sino una vigorizante invitación a vivir con valentía y esperanza el Evangelio hoy, a la luz del Corazón ardientemente amoroso de Cristo–. Esta encíclica es, pues, un llamado a que el amor sea el eje vertebrador de una nueva evangelización que se irradia con humildad y fortaleza desde el corazón mismo de cada creyente.

En la conclusión de la encíclica "Dilexit Nos", el papa Francisco subraya la vitalidad del amor de Cristo como una fuerza capaz de transformar tanto a la Iglesia como al mundo. Destaca cómo este amor genuino y gratuito, representado por el Corazón de Cristo, es fundamental para liberar a la humanidad de las cadenas del consumismo y la indiferencia. Francisco llama a los creyentes a dejarse llenar por el amor de Cristo, que es capaz de dar un nuevo corazón al mundo y renovar nuestras relaciones y estructuras.

El papa también señala que este amor no sólo es un refugio espiritual, sino una fuente de justicia, paz y solidaridad que se debe manifestar en acciones concretas. Advierte sobre la necesidad de que la Iglesia evite estancarse en estructuras obsoletas o fanatismos y abrace el amor vivificante de Cristo como motor de verdadera reforma y evangelización.

Finalmente, Francisco pide a Cristo que de su Corazón fluyan los ríos de agua viva para sanar y revitalizar la humanidad, llevándonos hacia un mundo más justo y fraterno, hasta que todos partamos del banquete del Reino celestial en unidad y plenitud.