RUBENS FUE el pintor de mayor éxito de Europa durante la primera mitad del siglo XVII, y también uno de los más productivos (aún se conservan en torno a 1.500 obras suyas).
Por ello, el Museo del Prado instaló junto a la Galería Central ‘El taller de Rubens’, una muestra que se adentra en el proceso creativo y que permite conocer cómo trabajaban los pintores europeos y discernir entre las obras del maestro alemán y las que realizaban sus ayudantes o colaboradores.
El título ‘El taller de Rubens’ alude a una forma de trabajar y también a un lugar físico: el obrador en Amberes donde el pintor realizaba sus cuadros. La exposición incluye una escenificación de dicho taller, conformada por caballetes, lienzos, pinturas, pinceles, brochas, paletas, tientos y otros materiales y objetos (algunos del siglo XVII, otras recreaciones modernas), además de libros, bustos antiguos y otros elementos que evocan la colección y los intereses de Rubens.
En torno a ese escenario se disponen unas veinte pinturas, dos dibujos y cinco grabados. Estas obras sirven para explicar las diferentes formas de colaboración entre el maestro y sus ayudantes.
“Es una exposición que empodera al visitante porque se le dan todos los instrumentos y elementos que le permiten enfrentarse con un mejor bagaje a las obras expuestas, de uno de los grandes maestros de la tradición pictórica occidental”, aseguró el director del Museo del Prado, Miguel Falomir, en rueda de prensa, donde explicó que este es el objetivo de la muestra, que permanecerá en la sala 16B del edificio Villanueva hasta el 16 de febrero.
Proceso creativo
La pinacoteca reunió a más de 30 obras de Rubens y de sus ayudantes, y junta a ellas se instaló una escenificación del taller del pintor, que incluye todas las herramientas necesarias para su trabajo, así como algunos elementos que evocan a la persona de Rubens, como una capa y un sombrero inspirados en retratos suyos, todo ello impregnado del olor de la trementina, uno de los más presentes en los antiguos talleres.
Falomir señaló, además, que la muestra se centra en dos temas que preocupan “enormemente” al comisario Alejandro Vergara, jefe de Conservación del Área de Pintura flamenca y escuelas del norte, como son la autoría y la realidad. “La exposición lo que hace es adentrarnos en todo el proceso creativo, decirnos quiénes son los actores de todo ese proceso, el espacio físico que tenía en lugar el trabajo artístico, las condiciones sociales y económicas en las que tenían lugar, y, por supuesto, centrándose mucho en lo que es el resultado de todo este proceso”, detalló.
Por su parte, el comisario explicó que ‘El taller de Rubens’, a través de pinceles, paletas, telas, tablas, caballetes, tientos, permite ofrecer una idea de cómo se trabajaba. “Hay mucha diferencia entre el gran arte y lo demás. Los dos se hacen en el mismo taller, pero uno de esos dos productos es lo que hace que nos dediquemos a él”, manifestó.
Asimismo, Alejandro Vergara compartió las dos claves que existen para diferenciar las obras reales de Rubens de las obras que realizaban sus ayudantes en el taller del maestro. “En primer lugar, las obras de los ayudantes no llegan a los estándares que entendemos, son los que definen la obra del autor. Y, por otro lado, porque, aun siendo cuadros muy buenos, son algo diferente y no tienen las mismas características esenciales”, dijo.
Algunos de los cuadros que cuelgan en las paredes del Prado y que permiten ver esas diferencias son ‘Saturno devorando a un hijo’, muy próxima a esta obra está el cuadro ‘Demócrito, el filósofo que ríe’, de un ayudante, o ‘Mercurio y Argos’.
Para reforzar el discurso expositivo y profundizar en la forma de trabajar de Rubens y el uso que hizo de la labor de sus colaboradores de taller, en la sala de la exposición se incluye también un vídeo que muestra la recreación del proceso de creación la obra Mercurio y Argos con materiales y técnicas históricas por el pintor Jacobo Alcalde Gibert.