JULIA NAVARRO es una de las autoras más vendidas del panorama actual de la literatura en castellano. Tras lograr un gran éxito con títulos tan conocidos como “La Hermandad de la Sábana Santa”, “La Biblia de barro”, y “La sangre de los inocentes”, que afianzaron su prestigio entre la crítica y el público, la autora española regresa con “El Niño que perdió la guerra”, una emocionante novela sobre la identidad, la libertad, el poder transformador de la cultura y la sinrazón de todos los totalitarismos.
En una entrevista ofrecida a EL NUEVO SIGLO, a través del grupo editorial Penguin Random House, Navarro dio detalles de esta fascinante historia situada en un convulsionado periodo histórico: los años de la Guerra Civil española y los de una Unión Soviética.
EL NUEVO SIGLO: ¿Qué quiso contar en esta novela?
JULIA NAVARRO: He querido explorar cómo los regímenes totalitarios y las autocracias buscan silenciar a aquellos que no están de acuerdo con ellos. No importa que sean de derechas o de izquierdas: las dictaduras siempre persiguen a los pensadores y artistas, tratando de captarlos para sus propios fines y de circunscribir el arte a lo que creen que debe ser el arte, poniéndolo a su servicio. La libertad de expresión es la mayor amenaza para los totalitarismos.
Actualmente, vivimos un momento complicado en el mundo, incluso en el seno de la propia Unión Europea, ya que vemos cómo muchos países se están deslizando hacia regímenes autocráticos, sistemas en los que existe una apariencia de democracia, pero donde se van recortando las alas a la libertad.
ENS: ¿Por qué le interesa tanto el tema del desarraigo, presente en muchas de sus novelas?
JN: Todas las personas que tienen que migrar a otro lugar tienen que aprender a vivir de nuevo casi desde cero y eso es terriblemente difícil: desaprender para aprender. Esto genera un desarraigo que provoca heridas y cicatrices irreparables en las personas, incluso en los niños, como es el caso del protagonista de mi novela.
Quizás estoy especialmente sensibilizada por la situación actual que estamos viviendo, donde son millones las personas desplazadas y desarraigadas, aunque es verdad que la historia de la humanidad es la historia de las migraciones.
Por eso me parece, absolutamente, imprescindible apoyar y aprobar esa iniciativa que ha surgido de los colectivos de inmigrantes en España para que se legalice su situación, y que se ha llevado recientemente a las Cortes con miles y miles de firmas.
ENS: ¿Ha querido reivindicar en esta novela a las mujeres que fueron sujetos de la historia, aunque a veces no se las menciona?
JN: A las mujeres no se les ha reconocido nunca a lo largo de la historia, han sido casi una nota a pie de página, salvo excepciones. En el siglo XX, las mujeres empiezan a ensanchar el espacio y a hacerse visibles, y afortunadamente el silencio se está rompiendo y quiero pensar que ya no hay marcha atrás. Es importante que las nuevas generaciones de jóvenes que creen que el mundo ha comenzado con ellas echen la mirada atrás y aprendan a valorar a quiénes les han precedido y sepan de dónde venimos.
ENS: En la novela aparecen dos escritoras rusas, Anna Ajmátova y Marina Tsvetáieva, ¿cómo eran ellas?
JN: Anna Ajmátova era una mujer que plantó cara al régimen soviético y Marina Tsvetáieva, una poeta mucho más introspectiva y emocional, no tenía esa posición política que tuvo Anna. Yo siento especial debilidad por Anna Ajmátova. Me parece que fue una mujer que sufrió mucho, y ella y sus amigos, que fueron buena parte de los grandes escritores rusos de la época, pagaron un precio personal terrible por defender la libertad.
ENS: La novela es un homenaje a los escritores y artistas que han luchado por la libertad con la palabra, ¿cree que es un deber moral de los creadores y los intelectuales?
JN: A mí me parece importante levantar la voz y decir no, aunque hay escritores que no quieren dar opiniones políticas y me parece respetable, es una decisión individual. Yo dedico esta novela a todos los que en el pasado dijeron no, a todos los que hoy siguen diciendo no y a todos los que seguro en el futuro seguirán diciendo no.