En Bahía Málaga, al oeste del país, se esconde un particular ecosistema muy preciado para las ballenas jorobadas que recorren miles de kilómetros cada año para dar a luz en el que se considera el lugar con mayor índice de nacimientos de esos cetáceos.
Lilian Flórez, directora de la Fundación Yubarta, dedicada a la defensa de estos mamíferos y una de las expertas mundiales sobre ballenas jorobadas, asegura que los cetáceos que miden hasta 18 metros y pueden llegar a pesar 40 toneladas baten aquí récords de natalidad.
Según esta experta, el índice de natalidad --que se mide por cantidad de ballenas que nacen en el lugar con relación al conjunto de individuos observados-- varía entre 19% y 28%, frente a una tasa de entre 3% y 9% que se registra en el vecino Ecuador, por ejemplo.
Ese promedio en Bahía Málaga, sobre el océano Pacífico, cerca del puerto de Buenaventura, "es uno de los más altos que se conocen en el mundo", aseveró Flórez.
Las ballenas jorobadas o Yubarta, en la lista de espcies vulnerables de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UINC), migran todos los años hacia los mares tropicales para reproducirse.
Hacia junio, vienen para aparearse, y al final de la gestación, diez o doce meses más tarde, regresan para dar a luz. Para llegar a Bahía Málaga, deben cruzar unos 8.000 kilómetros desde la Antártida.
Este lugar les resulta atractivo por "su temperatura más cálida y una cierta tranquilidad", sostuvo Nancy Murillo, administradora del parque nacional Bahía Málaga, donde no hay paso de grandes embarcaciones, ni predadores ni contaminación.
Las madres "son las últimas en irse hacia otras latitudes, en octubre. Esperan a que sus ballenatos se encuentren fuertes para emprender la migración hacia los polos", explicó Flórez.
Hasta 800 ballenas llegan anualmente a esta región, según el biólogo Eduardo Sevilla, quien dirige un programa departamental de promoción del turismo sustentable alrededor de las ballenas. La UINC calcula que en el mundo hay entre 21.000 y 60.000 ballenas jorobadas.
"Procuramos que no haya más de cinco embarcaciones turísticas alrededor de cada grupo de ballenas, y prohibimos que puedan acercárseles a menos de 200 metros", refirió, al señalar que invierte 20.000 dólares al año, todo su presupuesto, en la educación de los guías.
AFP