ASÍ COMO en la zona de la costa caribe, las familias y los usuarios de energía están desesperados por el aumento progresivo de las tarifas, a nivel nacional los hogares han tenido que hacer frente al aumento de la inflación de la electricidad que este año, entre enero y marzo, ha oscilado entre 19,5 % y 22,5 %.
De acuerdo a un estudio de Fedesarrollo, este año la tasa de inflación de la energía eléctrica aumentó nuevamente hasta un máximo de 22,5 % en enero de 2024, para luego disminuir hasta el dato de 19,5 % observado en marzo, en medio del contexto climático actual.
El centro de pensamiento, ante este impacto que ha tenido en las familias, analizó al sector con el impacto de los fenómenos de El Niño.
En el informe, señala que “luego de un marcado aumento de la inflación de energía en 2021 y 2022, generado por la indexación de las tarifas a unos elevados índices de precios al consumidor (IPC) y al productor (IPP), la inflación anual de la electricidad llegó a un mínimo del año del 8,0 % en octubre de 2023. Por su parte, entre agosto de 2014 y marzo de 2016, fecha del último fenómeno de El Niño registrado, la inflación de la electricidad incrementó de 9,2 % a un máximo de 14,9 %”.
Precio en bolsa
Sostiene Fedesarrollo que “en términos del precio en bolsa, el precio promedio mensual registró un máximo de cerca de $1.000 pesos/KWh en septiembre y octubre de 2023, para disminuir posteriormente a $622/KWh en marzo de 2024. Estos datos reflejan un aumento anual promedio del 139 % entre septiembre de 2023 y marzo de 2024. A pesar de lo anterior, los aumentos anuales en el precio de bolsa más altos de 2023 se observaron en los meses entre mayo y julio, cuando el aumento anual promedio se ubicó en 390 %, y el precio promedio en $524/KWh. Al comparar estas cifras con las observadas en el fenómeno de El Niño de 2015-2016, se observa que el pico del precio en bolsa fue superior y alcanzó un valor de $1124 pesos/ KWh en octubre de 2015, lo cual representó un aumento anual del 430 %”.
Referente a lo que está sucediendo se observa que “la inflación de electricidad en marzo de 2024 (19,5 %) se encuentra 4,6 puntos porcentuales por encima del máximo registrado en el episodio anterior, en el mes de marzo de 2016 (14,9 %). Esto se debe, principalmente, a que el fenómeno de El Niño de 2023-2024 ocurrió en un entorno de alta inflación, la cual afecta distintos elementos de las tarifas de electricidad por cuenta de la indexación al IPC y al IPP”.
Señala el análisis que “la coyuntura actual se caracteriza por un fenómeno de El Niño en donde el nivel de los embalses se ubica en el mínimo en 24 años, y la brecha entre la demanda de energía en el sistema interconectado nacional (SIN) y los aportes hídricos, es ligeramente inferior a la observada en fenómenos climáticos pasados. A lo anterior se suman los aumentos en los precios de la energía eléctrica, que impactan de manera más severa a la población de menores ingresos. Esta situación, junto con las perspectivas del comportamiento de la oferta y demanda de energía en los próximos años, genera incertidumbre frente a la capacidad del sistema para enfrentar condiciones climáticas adversas como las que se están presentando actualmente o, incluso, para satisfacer la demanda a mediano plazo debido a su crecimiento tendencial”.
Políticas
Considera Fedesarrollo en su informe que “la política energética debe propender por una transformación gradual de la matriz energética, sin comprometer la confiabilidad y el abastecimiento de energía en el país. Esta política también debe asegurar que las tecnologías utilizadas en la generación de energía sean capaces de satisfacer la creciente demanda del país, cubrir la energía con tecnologías confiables más allá de un horizonte de pocos años y responder a los fenómenos climáticos en el mediano y largo plazo”.
Asimismo, señalan que “si bien es importante continuar consolidando el proceso de transición energética, hacia adelante es esencial desconcentrar las subastas de Obligaciones de Energía en Firme de los proyectos de energías renovables no convencionales, pues sus menores niveles relativos de energía en firme reducen la capacidad del sistema para proveer seguridad energética en épocas adversas y amplifican el riesgo de desabastecimiento de energía en los próximos años”.