La plataforma de reserva de vehículos con conductor Uber tropezó ayer en su entrada en la Bolsa de Nueva York, con una cotización de 42 dólares por acción, tres dólares menos del precio que la compañía había fijado la víspera.
En uno de los estrenos bursátiles más esperados del año en Wall Street, la empresa comenzó a cotizar en el New York Stock Exchange (NYSE).
Unos minutos después, su acción caía más de un 6,60% hasta los 42,02 dólares en un mercado a la baja y especialmente volátil debido a las dudas sobre las negociaciones comerciales entre China y Estados Unidos.
La compañía, que esperaba recaudar 8.100 millones de dólares, estaba valorizada en 81.000 millones, muy lejos de la cifra de 100.000 millones que barajó hasta hace unos meses.
El director ejecutivo de Uber, Dara Khosrowshahi, y varios de sus empleados hicieron sonar la campana en la apertura de la Bolsa.
“Estoy muy excitado”, dijo a la AFP Khosrowshahi, vestido con traje oscuro y camisa blanca, a su llegada a Wall Street.
En una entrevista para el canal financiero CNBC, explicó que el precio de 45 dólares para la acción reflejaba “un entorno incierto” y anticipó una posible caída del título.
“Hemos considerado que ese precio reflejaba el entorno económico y ese entorno económico es incierto actualmente”, declaró. “Queremos inversores que apuesten a largo plazo”, sostuvo.
“El precio bajo elegido por Uber es inteligente y prudente” y muestra “claramente que ha aprendido de su ‘pequeño hermano’ Lyft”, afirma Daniel Yves, analista de Wedbush Securities.
Dudas sobre la rentabilidad
La cautela de Uber se debe a los problemas de su principal rival en Estados Unidos, Lyft, que el jueves cerró en 55,18 dólares en Wall Street, muy por debajo de su cotización de 72 dólares en su debut a finales de marzo.
Los círculos financieros dudan de la rentabilidad de esas plataformas que registran pérdidas cuantiosas y multiplican las promociones para atraer y conservar a los clientes.
Tras años de crecimiento rápido, empañado por escándalos que ensombrecieron su imagen, la llegada a Wall Street de Uber, el líder de su sector y una empresa conocida en numerosos países, suscita mucho interés entre los círculos financieros.
Esa operación será un momento clave para Uber y Khosrowshahi, nombrado para mejorar la reputación del grupo y permitirle lograr beneficios, en un sector cada vez más competitivo y con márgenes inciertos debido a las numerosas promociones para lograr clientes y a las concesiones hechas a los conductores.
En documentos bursátiles publicados recientemente, Uber anticipó ingresos de unos 3.000 millones de dólares y pérdidas cercanas a los 1.000 millones de dólares en el primer trimestre de 2019.
Para ser rentable la compañía se diversifica lanzando servicios de entrega de comidas a domicilio, patinetas, bicicletas... Su nuevo objetivo es convertirse en el Amazon del transporte.
Pero su actividad afronta varios elementos de incertidumbre: la competencia, las amenazas legales y normativas y los conductores, que estuvieron en huelga y se manifestaron en varias ciudades estadounidenses el miércoles, alegando que la entrada en bolsa de Uber iba a enriquecer a los accionistas, sin que ellos recibieran un solo centavo.
“Queremos mejorar la situación de nuestros conductores”, declaró Khosrowshahi este viernes a la AFP, sin anunciar ninguna medida concreta.