Hoy se cumplen 1.000 días de la invasión de Rusia a Ucrania. Mucho tiempo ha pasado desde que se previó que este sería un conflicto “exprés” que se acabaría en cuestión de meses, sin impactar en mayor forma el escenario geopolítico global. Sin embargo, las confrontaciones se han ido profundizando mes tras mes, al punto que lo más posible es que a comienzos de enero próximo se llegue a los tres años de esta guerra que habría dejado ya no menos de 350.000 fallecidos, entre uniformados y civiles. Por igual, hay más de siete millones de desplazados, la infraestructura ucraniana está demolida en buena parte, su economía en quiebra y la amenaza de un desenlace nuclear sigue sobre la mesa…
De igual manera, la llamada ‘guerra 2.0’, que Occidente prometió desplegar contra el Kremlin, basada principalmente en el bloqueo económico, financiero, político, social e institucional a Rusia, tampoco dio mayores resultados. Fallaron también las estrategias para forzar un alzamiento popular contra Putin. Por el contrario, este se ve hoy más fuerte al frente de su Gobierno.
Por los lados de la OTAN, si bien es cierto que este bloque político-militar se extendió hacia el oriente, sobre todo tras el ingreso de Suecia y Finlandia, todavía no se ha decidido la entrada de Ucrania a la alianza, que fue, según Moscú, el detonador de la invasión.
Aunque las tropas ucranianas, con apoyo económico y en equipamiento militar cada vez más creciente de Estados Unidos y Europa (desde armas, tanques, misiles e incluso autorización para entrega de aviones de combate) han logrado recuperar bastiones territoriales consolidados por el invasor e incluso avanzar sobre algunas poblaciones rusas en la frontera, es claro que hay un evidente desequilibrio castrense entre el Kremlin y Kiev.
Ninguna negociación directa ni mediación ha dado resultados. Por el contrario, en el último mes el riesgo de desborde global del conflicto aumentó, tanto por la presencia de no menos de 10.000 militares norcoreanos en la frontera con Ucrania, aliados de Putin, como en la autorización estadounidense para el uso de misiles por parte de las fuerzas del país agredido para impactar blancos estratégicos en territorio del invasor.
Hoy, 1.000 días después del comienzo de esta guerra, la posibilidad de una salida negociada es muy lejana. Incluso, el conflicto en Medio Oriente le ha quitado prioridad geopolítica y urgencia por parte de la comunidad internacional al tema ruso-ucraniano. Aun así, la guerra no da tregua y el saldo mortal es cada día más alto.