Crece la corrupción | El Nuevo Siglo
Lunes, 21 de Abril de 2014

Se evaporan US$ 200 millones

La presidenta Roussef en apuros

En  el Brasil se esperaba que la izquierda en el poder que con el gobierno de Lula Da Silva alcanzó un gran apoyo popular y se le reconocen los méritos en la lucha por sacar de la miseria a millones de gentes, en medio de grandes escándalos de corrupción,  su sucesora en el poder, Dilma Rouseff, combatiera la corrupción del partido de gobierno. No ha sido, así los escándalos se suceden uno tras otro, por cuenta de ministros y altos funcionarios que se quieren enriquecer de la noche a la mañana o por millonarios codiciosos que esperan abultar sus alforjas. Al principio se creyó que la dura exguerrillera, quien durante casi toda su carrera política denunció la corrupción como el cáncer  de los partidos centristas y de derecha, al suceder a Lula, se mantuviera impoluta en ese campo. A los pocos meses de su posesión varios ministros suyos resultaron salpicados por distintos negociados y desviación de recursos públicos a cuentas en paraísos fiscales o desvíos a contratistas privados. La salvó que en varios de esos casos procedió a destituir de inmediato a los implicados.

La situación se hizo cada vez más difícil de manejar en cuanto los nombres de antiguos ministros de Lula, como de elementos de confianza de la Presidente, aparecían complicados en diversos delitos contra el Estado. La mayoría de la población  seguía confiando en ella como una mandataria capaz y de manos limpias, así estuviese mal rodeada. Los resultados económicos del gobierno le ayudaron a mantener la popularidad y superar la cadena de escándalos, puesto que manejaba la relación con sus ministros y colaboradores como si se tratara de fusibles, que se fundían y sustituían por otros. Esa  capacidad de respuesta frente a la crisis demostró su habilidad para no chamuscarse en medio de la tormenta eléctrica de rayos y centellas que se desataba a cada nuevo hecho de corrupción. La bonanza y crecimiento que se vivieron en Brasil con Lula, determinaron que la tolerancia con los manejos sucios en el gobierno se extendiera a  gran parte de los medios, en especial por cuanto se constatan los sobreprecios en las obras públicas y en la contratación, pero las obras se ejecutan. No como en otros países de la región en los cuales los millones y millones de las bonanzas se evaporan en las narices de la comunidad y los contratistas venales siguen su negocio en la impunidad.

Las cosas se complican para la Presidenta, en tanto la economía pasa un momento de recalentamiento y dificultades, lo que hace que el ojo crítico de los medios se ocupe más en los negociados y sus responsables, puesto que el público protesta en las calles y reclama de la justicia resultados y mayor eficacia; los escándalos se suceden y los responsables rara vez son condenados. En ese clima de problemas sociales en aumento y de corrupción, temas en los cuales la mandataria había salido bien librada, las cosas se complican, en tanto el diario Folha de Sao Paulo suelta la quemante información sobre la presidenta Dilma Rousseff, que  según dos de los funcionarios ligados al negociado, tuvo a su disposición todos los detalles del contrato para la compra de una refinería en Estados Unidos, razón que le impide “eludir su responsabilidad en esa operación". En 2006 la señora  Rousseff presidia el  Consejo de Petrobras y su voluntad era determinante en las decisiones de la poderosa entidad, por lo que resultó clave “en la aprobación de la compra de una planta  en Pasadena por 1.280 millones de dólares, cuyo valor de mercado en la actualidad sería de unos 200 millones”. La noticia cayó como una bomba en los medios políticos de Brasil. El candidato presidencial Aecio Neves, de la oposición, exige que se esclarezca el caso cuanto antes. En el Legislativo se anuncia de urgencia la creación de una comisión parlamentaria que investigue el caso pronto, dado que existen denuncias sobre otros hechos dolosos cometidos por funcionarios de Petrobras, que por lo general suelen se acallados por medio de generosos repartos de dinero y dádivas. La crisis llega en el peor de los momentos, en tanto los seguidores de la Presidenta esperan que salga bien librada y resulte inocente, pese a las comprometedoras denuncias.