A medida que pasan los días el saldo mortal por la inundación súbita en la región española de Valencia continúa subiendo. A los casi 220 fallecidos confirmados hasta el momento se podrían sumar otros tantos, sobre todo por las personas que habrían quedado atrapadas en parqueaderos subterráneos.
Considerada la mayor tragedia natural en el país ibérico en las últimas décadas, y obligando a la movilización de Fuerza Pública más alta en tiempos de paz en esa nación, los debates en torno a si hubo fallas en la alerta temprana sobre el riesgo de una riada de grandes proporciones y el plan de acción de las autoridades una vez se produjo la emergencia están a la orden del día.
Al gobierno del socialista Pedro Sánchez se le critica su lenta reacción para movilizar uniformados y cuerpos de socorro a la región golpeada por las inundaciones provocadas por tormentas que descargaron en cuestión de horas el volumen de agua que cae al año. En tanto que las autoridades regionales y locales son cuestionadas por no haber alertado a varias poblaciones valencianas del riesgo alto al que se enfrentaban. Los mensajes de las autoridades horas previas a la emergencia fueron confusos y subdimensionaron el nivel de peligro.
Visto todo lo anterior, se entiende el alto grado de desesperación y rabia de miles de damnificados y familiares de los fallecidos. Una parte de los cuales, el pasado domingo, insultaron e incluso atacaron con barro tanto a Sánchez como al jefe del gobierno valenciano así como a los reyes Felipe VI y la reina Letizia durante su visita a Paiporta, una de los municipios valencianos más golpeados.
Paradójicamente, mientras Sánchez fue evacuado de inmediato por su escolta, los reyes decidieron quedarse y hablar con la población. Incluso, Felipe VI, blanco de agresiones con barro, alcanzó a afirmar que había que “… entender el enfado y la frustración de muchas personas por lo mal que lo han pasado”.
La actitud del monarca fue gallarda y admirable. No solo porque demostró que es urgente movilizar todos los recursos humanos, técnicos y presupuestales para asistir a los afectados, sino porque dio una muestra de solidaridad con los damnificados y su crítica situación. Priorizó este asunto sin entrar a reprocharles el haberle lanzado barro ni hacer de ese momento de rabia e impotencia colectivas un escenario para ganar pantalla mediática. El ejemplo de un Rey.