La política colombiana nunca ha sido de lectura fácil y mucho menos ahora cuando un agitado proceso electoral complica las opciones. Todo esto lo viene a enredar más el estado agónico y en cuidados intensivos en que se encuentra el gobierno del presidente Juan Manuel Santos. La lucha por la sucesión está al rojo vivo y si bien el promedio de las encuestas marcan una tendencia de gran favoritismo hacia "el candidato que dijo Uribe", en los últimos días las aspiraciones del exvicepresidente Germán Vargas Lleras parecen resucitarlo, después de la Semana de Pasión.
Iván Duque, el preferido de Uribe, se ha venido comportando bastante bien y está llevando a cabo una campaña que ha sido atractiva para muchos colombianos, si bien no deja de preocupar hasta qué punto es independiente o es simple marioneta del titiritero mayor. Bastante joven, aunque ya canoso, registra muy bien en la televisión y se conecta fácilmente con sus audiencias. Aunque sus críticos alegan que no tiene la suficiente experiencia para conducir al Estado, lo cierto es que durante los últimos cuatro años ha sido un buen senador, serio y estudioso de los problemas nacionales. Su principal activo parece ser la confianza que sabe irradiar.
Como están las cosas, Duque sería uno de los dos ocupantes de las casillas previstas para la primera vuelta. ¿Quién ocupará la otra? Los sondeos proyectan a Gustavo Petro, en un segundo lugar, si bien con la mitad de la simpatías del primero. Sin embargo esta sola posibilidad pone los pelos de punta al establecimiento y está ayudando a elevar las apuestas vargaslleristas. También ha contribuido a este fenómeno el desinfle de la candidatura del antioqueño Sergio Fajardo que, a pesar de ser bastante popular y carismático en los primeras mediciones, está viendo a estas alturas muy reducidas sus reales probabilidades.
Todo indica que en el tramo final la figura de Vargas Lleras se irá acrecentando, pero la duda radica en que si estas cuatro semanas le serán suficientes para darle la pelea al ungido. Su fuerte personalidad y su vasta experiencia en asuntos públicos lo presentan como la mejor carta, aunque sus pasivos por cuenta de su mal genio y su soberbia siempre lo dejan mal parado. La maquinaria que lo respalda está muy bien aceitada por los caciques regionales. Además las adhesiones de Cambio Radical y ahora la U, acrecientan su capital político. Nuestro partido conservador, un poco autista y un mucho despistado, fiel al papel gaseoso que ha jugado en los últimos años, está todavía deshojando las margaritas y se espera que se pronuncie la próxima semana.
Es bastante curioso como todas estas adhesiones suelen disfrazase y calificarse eufemísticamente bajo el mote de "acuerdos programáticos", cuando en la realidad son vulgares "arrejuntamientos burocráticos". Quizás esta sea la razón del por qué los colombianos nos hemos venido acostumbrando a votar más "en contra" que a " favor" de determinados candidatos. En estos comicios el fantasma de Petro será muy útil para catalizar estas tendencias. Lo cierto es que el elegido finalmente termine por ganarse la lotería del tigre: la administración del posconflicto en medio de una economía muy resquebrajada.
Lo mejor será votar responsablemente para evitar graves traumatismos. Y en este escenario no se nos ocurre una mejor opción que la de Germán Vargas Lleras. Podría ser por aquello de que" mejor vale malo conocido que bueno por conocer".