Brasil elige entre extremos | El Nuevo Siglo
Foto archivo AFP
Domingo, 28 de Octubre de 2018
Redacción internacional

DURANTE LAS ÚLTIMAS siete elecciones presidenciales en Brasil el candidato que ha ganado en primera vuelta, vuelve hacerlo en el balotaje, una tendencia que este domingo puede ser confirmada por Jair Bolsonaro.

El ultraderechista, capaz de reunir la insatisfacción con el sistema político y convertirla en una oleada reaccionaria, le saca una ventaja de entre 12 a 18 puntos a Fernando Haddad. Su ascenso se debe a una mezcla de factores que van desde una reacción en contra de los partidos tradicionales por la corrupción hasta la desesperación de los brasileños por la inseguridad y el mal rumbo de la economía.

Bolsonaro ha apelado a las emociones y al miedo para movilizar al electorado y prometerle, haciéndole honor a su segundo nombre, “Mesías”, un país de ensueño. No quiere decir que esto no lo hayan hecho políticos como Lula, quienes también han tenido visos populistas. Con su tono ha demostrado que la mejor manera de atacar la crisis es a través del rompimiento de los modelos institucionales y la exacerbación del odio a través de las redes sociales.

Anti PT

En Latinoamérica pocas veces se ha visto una movilización de votantes tan clara contra una institución. La colectividad más grande del mundo, el Partido de los Trabajadores (PT), implicada en varios escándalos de corrupción que derivaron en la operación “Lava Jato”, ha generado una reacción en su contra comparable con lo que vivió el Partido Revolucionario Institucional (PRI) en México en los comicios de este año.

Movilizados por el voto anti PT, los brasileños han optado por inclinarse a un lado radicalmente opuesto. Esto se debe a su insatisfacción por un partido que ha gobernado por 16 años en medio de numerosos escándalos de corrupción y cifras que, como muestran los sondeos, no son satisfactorias para el electorado.

Es un “antipetismo” que tiene varias formas y razones. No se construye solo en el rechazo a la corrupción. También tiene otras causas como las mencionadas que demuestran una ansiedad electoral por respuestas reales y concretas, lejos de los discursos normativos de la izquierda brasileña.

Con un aumento de las muertes violentas, Brasil se ha posicionado como uno de los países más peligrosos de América Latina. En 2017 se registraron 63.880 homicidios en el gigante suramericano, 8,4% más que el año anterior, según la encuestadora Datafolha. Bolsonaro ha aprovechado su perfil de exmilitar para recuperar la confianza de la gente y velar a favor de la legalización del porte de armas, una polémica propuesta que cada vez toma más fuerza.

No solo la inseguridad es una prioridad del electorado. La citada frase de Bill Clinton, “es la economía, estúpido”, explica parte importante del auge del ultraderechista. Estancada en 2% de crecimiento y con la peor recesión de su historia, la economía brasileña pasa por un mal momento, que ha sido aprovechado por el excapitán para reformular el modelo macroeconómico, un consejo de su eventual ministro de Hacienda, el economista ultraliberal Paulo Guedes.

La religión

A diferencia de elecciones anteriores, en estas ha quedado claro que los grupos religiosos juegan un rol determinante en el ascenso de uno u otro candidato. Históricamente, el PT ha tenido el apoyo de la mayoría de grupos evangélicos, sin embargo esta vez la mayoría se ha ido con Bolsonaro, diciendo que la agrupación liderada por Lula carece de ética.

Aparte de la corrupción y la economía, los evangélicos se han sentido más identificados con el discurso del excapitán, un defensor de la familia tradicional y opositor a concederle derechos a las parejas homosexuales. En este grupo religioso Bolsonaro ha logrado el apoyo de siete de cada 10 votantes, mientras que en sectores católicos está empatado.

No quiere decir, como explica la politóloga Ana Carolina Evangelista, que el voto evangélico sea un “voto rebaño”. “No se trata de un electorado que sigue la orientación automática de sus líderes religiosos”, escribe en la revista Piauí, explicando que en la medida en que Haddad ha empezado hablar de temas morales como el aborto, los evangélicos se han ido moviendo hacia su candidatura.

Red de noticias

La Organización de Estados Americanos (OEA), como misión de observación electoral, ha calificado de atípicas estas elecciones. “No hay precedentes comparables del fenómeno que hemos visto en Brasil fundamentalmente por una razón. Están usándose las redes privadas, como WhatsApp” para difuminar noticias falsas.

Más de 1.000 grupos en las redes sociales encargados de producir y compartir noticias falsas se han descubierto. Su objetivo ha sido favorecer a Bolsonaro, denuncia Folha do Sao Paulo, con millones de noticias que no son ciertas sobre Haddad, el PT y el excapitán.

Sin ir a un solo debate, Bolsonaro ha hecho una campaña basada exclusivamente en las redes sociales y en apariciones públicas, que paulatinamente han disminuido tras el atentado en su contra.

Esta noche, en un Brasil dividido casi por la mitad entre el noreste y el sur, y marcado por la agresividad entre adversarios políticos, Jair Bolsonaro, un hombre de la política tradicional que supo desmarcarse a tiempo de los partidos, es muy posible que llegue al poder reafirmando una vez más el auge del populismo de derecha.