HUMANO, relajado, accesible y en algunas ocasiones hasta ‘cálido’ con el pueblo. Así se ha visto a Carlos III desde su ascenso al trono y de allí que tanto su popularidad como el respaldo a la monarquía británica haya mantenido un sostenido crecimiento.
Exactamente hace un año, el 8 de septiembre, y tras siete décadas de preparación, asumió como monarca del Reino Unido y otros catorce reinos que forman parte de la Mancomunidad de Naciones (Commonwealth), tras el fallecimiento de Isabel II, a los 96 años de edad. En este primer año de reinado, su popularidad tuvo un inédito repunte de 18 puntos porcentuales, al igual que el respaldo ciudadano a la monarquía.
La reciente encuesta de YouGov lo evidencia y, contrario a las especulaciones tras la muerte de la emblemática reina, la monarquía en ese país sigue teniendo futuro y encarnando la identidad nacional.
Este primer año de transición real, Carlos III, quién fue coronado rey a los 72 años, haciendo reina consorte a Camila Parker Bowles, por quién se malogró su matrimonio con la popular Lady Di -fallecida-, ha ido imprimiendo su sello en la monarquía británica.
Conservando un perfil estrictamente institucional ha recibido a varios líderes mundiales, entre ellos a los presidentes de Estados Unidos, Sudáfrica y Ucrania, Joe Biden, Cyril Ramaphosa y Volodimir Zelenski, respectivamente, al igual que ha cumplido religiosamente la agenda tradicional como jefe de Estado de 15 naciones, esencialmente protocolaria.
Y aunque el fallecimiento de la reina madre abrió una ligera grieta para el republicanismo que sólo terminó por ampliarse en algunos países de la Commonwealth, la última gran herencia británica de la etapa colonial, Carlos III ha sorteado las críticas y despejado las dudas sobre la continuidad de la monarquía.
Todo ello se demuestra con cifras. Según el sondeo de YouGov, un por ciento de los ciudadanos apuestan por la monarquía, sin grandes cambios con respecto a la etapa de la difunta reina y un 58 por ciento creen que esta es una institución buena para el país.
De igual forma, un 53 por ciento opina que la Casa Real se merece todo el dinero que recibe, y eso que Carlos III acumula una de las grandes fortunas privadas del país -de unos 1.800 millones de libras (cerca de 2.100 millones de euros), según un informe de 'The Guardian' publicado el pasado abril-.
El sondeo, elaborado a partir de 2.020 entrevistas y en la que se pulsó la opinión sobre un relevo que, para la mayor parte de los ciudadanos no tenía precedentes, también evidenció que el actual rey ha ido sostenidamente ganando aceptación entre los británicos. Así, del 42 por ciento de popularidad que registró en octubre pasado escaló al 60 por ciento, mientras que su imagen negativa sigue a la baja, ubicándose en 30 por ciento.
Si bien no es el más popular en la familia real, donde se mantiene en primer lugar su primogénito y heredero, Guillermo, el príncipe de Gales y Duque de Edimburgo que tiene el 74 por ciento (sube dos puntos respecto a la medición anterior) es evidente que Carlos III ha consolidado tanto su imagen positiva, la de la monarquía y la de la reina consorte, Camila, que alcanza un apoyo de 47 por ciento, cuando tres años atrás solo era del uno por ciento.
A sus 41 años, el primero en la línea de sucesión tiene solo un 14 por ciento de imagen negativa, al igual que su esposa, la princesa Catalina (Kate Middleton), cuyo respaldo ciudadano es el 72 por ciento.
En estas dos encuestas de YouGov, realizadas con un año de diferencia, se mantienen en los tres primeros lugares de popularidad, el príncipe Guillermo, la princesa Ana -hermana del Rey- y la princesa Catalina.
Tras ellos está Carlos III, el príncipe Eduardo de Edimburgo (hermano menor del monarca) con 54 por ciento de imagen positiva frente al 24 por ciento de negativa y la reina Camila.
En el otro extremo, es decir los más criticados y por tanto con imagen negativa están el príncipe Andrés de York, quién fue despojado de sus títulos militares y patrocinios reales por las acusaciones que sobre abuso sexual se le hicieron en Estados Unidos con un 90 por ciento, Meghan de Sussex (Markle) y el príncipe Enrique (llamado Harry), con una desaprobación del 70 y 60 por ciento, respectivamente.
Como se sabe, el hijo menor de Carlos III y su esposa Meghan no sólo renunciaron a sus principales funciones como miembros de la familia real, sino que hicieron diversas acusaciones con ésta, especialmente con la publicación de un libro y un documental de la pareja. De allí que optaran por vivir en Estados Unidos. De hecho, el príncipe Enrique ha realizado pocas visitas a Londres, la última fue para la ceremonia de coronación de su padre, el 6 de mayo.
El monarca evitó cualquier posible polémica, siguiendo el reiterado consejo de su fallecida progenitora, como lo exalta Pauline Maclaran, profesora de la Universidad Royal Holloway, al señalar que frente a ese incidente "Carlos lo manejó bien. Se apegó al mantra de la reina: 'no expliques, no te quejes'".
Más cercano
Los británicos han descubierto a lo largo de este primer año a un rey más humano, menos reservado y consciente de las preocupaciones ciudadanas.
Su primer mensaje de Navidad, una tradición en el país, fue seguido por 10,6 millones de telespectadores, un récord.
En sus numerosos viajes, Carlos III, a menudo acompañado de su esposa Camila, se ha mostrado en general accesible y cálido, lejos del carácter reservado de Isabel II.
"Incluso las fotos oficiales que publicaron son más relajadas (...) hay un poco más de humanidad", apunta Jonathan Spangler, historiador de la Universidad de Mánchester.
Ha sabido mostrarse "humilde y abordable" en un período económico difícil para los británicos, en plena crisis sobre la carestía de la vida, insiste Maclaran.
En su opinión, su único error de comunicación hasta la fecha fue el episodio en que le dieron una pluma defectuosa para firmar un documento y reaccionó con impaciencia.
Spangler, de otra parte, marca una diferencia del monarca con su progenitora. “Isabel II tenía un interés especial en la Commonwealth, que agrupa a las excolonias británicas, pero su hijo Carlos tiene un enfoque más global, es un cambio interesante". Y cita como ejemplo su compromiso con el cambio climático o su defensa de los refugiados ucranianos.
El futuro
Por edad, el reinado de Carlos III no batirá los récords de longevidad que alcanzó su madre, pero sí que parece llamado a esquivar el fantasma de la mera transición. En los sectores más monárquicos, pedían al primogénito de Isabel II que no se limitase a ser un mero transmisor de la corona entre su madre y su heredero, el príncipe Guillermo.
Sin embargo, en la mente de muchos está ya el siguiente paso en la línea sucesoria. El príncipe Guillermo sigue como el miembro favorito de la familia real entre la ciudadanía y su esposa, la princesa Kate sido un factor determinante ya que por su carisma la mayoría de los británicos la asemejan a la desaparecida Lady Diana.
Si bien en este primer año el rey ha pasado de presidir el luto nacional por el fallecimiento de Isabel II a su grandiosa coronación, con el interregno de cambio de primer ministro y algunos escándalos familiares, su reinado no ha enfrentado mayores contratiempos.
"La transición ha sido mucho más suave de lo que algunos anticiparon y se sorprendieron de que Carlos pareciera adaptarse bien", aseguran analistas como la profesora Maclaran.
Sin embargo, tiene como reto su propia autodestrucción familiar, la capacidad de sus propios integrantes para verse envueltos en polémicas que trascienden del ámbito privado al público y que, en algunos casos, rozan la esfera judicial.
No hay acto público previsto para marcar hoy el primer aniversario del ascenso del soberano, quien se encuentra en Balmoral, el castillo escocés donde falleció Isabel II.
El monarca pronunciará el 7 de noviembre su primer discurso de apertura de la sesión parlamentaria como soberano.
Entre tanto es manifiesto, con el creciente apoyo a Carlos III, el respeto por la tradición real pero también el deseo de que la monarquía evolucione, lo que ocurriría con los Duques de Cambridge.