Descentralización y crecimiento: el caso mexicano | El Nuevo Siglo
Foto Tlaxcala
Domingo, 9 de Junio de 2019
Natalia Mariño*

¿Sería descentralizar Ciudad de México una solución al crecimiento desigual entre los estados federales? Desde su campaña, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), promueve esta medida para fomentar el crecimiento y desarrollo parejo en todas las ciudades de los Estados Unidos Mexicanos. Aunque la propuesta sigue en pie, ha tenido más críticas que apoyo, especialmente sobre la forma como se llevaría a cabo.

Pero esta no es una propuesta aislada, surge de una tendencia global que han adoptado otros países como Brasil, Nigeria, Pakistán e Indonesia, entre otros, para descongestionar las problemáticas de las principales ciudades, fomentar el crecimiento y por lo tanto el desarrollo. Tomando el caso de México, la cuestión es qué tan factible y viable es la propuesta de AMLO. Además, porque promover la reubicación de entidades estatales en otras zonas, debe ser una medida que integre múltiples variables.

 

El caso mexicano

Ciudad de México es una de las 10 ciudades más pobladas del mundo. En los últimos 30 años, la población pasó de tener 13 millones a 22 millones. Este proceso hace parte del fenómeno de urbanización en el cual las grandes capitales concentran, en su mayoría, mejores índices en calidad de vida y son centros de empleo e innovación que atraen a migrantes, especialmente en países en vía de desarrollo. Pero esto supone una presión geográfica que da lugar a problemas como el tráfico, contaminación e inadecuada prestación de servicios públicos, así como un crecimiento desigual entre las capitales y el resto de las ciudades.

López Obrador llegó a la presidencia de México con la bandera de luchar contra la corrupción y la desigualdad. De manera que una de sus propuestas es promover la “descentralización del gobierno federal para que haya crecimiento parejo en todos los estados de la República, que ya no se concentren las dependencias federales solo en la Ciudad de México”. Así pues, ha planteado inicialmente que, por ejemplo, entidades como la Secretaría de Turismo sea reubicada en Chatumal, Quintana Roo y la Secretaría de Desarrollo Social en Oaxaca.

Dicha propuesta hace parte, como se dijo, de una tendencia global que han implementado otros países con motivos similares. Unos han tomado la medida de cambiar la capital de ciudad, como Nigeria, que en la década de 1970 cambió de Lagos a Abuja su centro administrativo con el fin de evitar una sobrepoblación y generar crecimiento más equitativo. Otros, por el contrario, han decidido descentralizar las funciones federales, como Noruega y ahora se propone en México.

Es entendible que México no quiera depender únicamente de su capital. Pero, ¿cómo se planea hacer exactamente? AMLO ha dicho que se debe concertar con los trabajadores federales que eventualmente deberían dejar la capital para desplazarse a nuevos centros de trabajo. Para ello se requerirán subsidios para los empleados y sus familias, aunque algunos se muestran reacios al cambio. “Los trabajadores mejorarán sus condiciones de vida; tendrán crédito para vivienda; jubilaciones anticipadas; aumento salarial; permuta de plazas y otras garantías”, comentó López Obrador.

“Para arrancar el proyecto se presupuesta la utilización de 22.805 millones de pesos que se ocuparán en rubros como el financiamiento de estudios sobre viabilidad de las ciudades receptoras, estudios sobre el mercado inmobiliario local e incluso una estrategia de promoción y difusión del programa”, dijo Héctor Molina en El Economista México. Además de los costos, se estima que se tomarán alrededor de seis años en mover las dependencias federales a otras ciudades.

 

Variables en contra

La descentralización no parece ser la solución a los problemas que congestionan Ciudad de México, ni a la desigualdad en el crecimiento de las otras ciudades. Como lo explica Rafael Prieto en Animal Político, una plataforma digital de noticias en México, hay variables geográficas, sociales y políticas que determinan el crecimiento de una ciudad generando cierta desigualdad con otras, pero que es parte de un proceso normal. “Es un fenómeno que nadie planea ni diseña, sino que simplemente es un patrón que emerge por nuestro comportamiento humano”, explica Prieto. Así, expone que “el fenómeno de la centralización, visto como la concentración poblacional en un muy reducido número de ciudades, es una parte natural del crecimiento urbano”.

El hecho de trasladar entidades estatales a otros estados si bien puede fomentar la inversión, no necesariamente significa crecimiento equitativo. Se requiere implementar la infraestructura adecuada para recibir a un gran número de personas que no estaban contempladas en la nueva ciudad y entrenamiento a los nuevos empleados federales. Así mismo, la descentralización puede generar mayor corrupción “haciendo a las agencias gubernamentales menos dispuestas a rendir cuentas”, afirma The Economist. En términos democráticos, es pertinente impulsar una cultura política y fomentar procesos de participación ciudadana.

La propuesta de AMLO tiene sus argumentos a favor y en contra. Si busca mantenerla en pie, debe ser un proceso integral que no solo implique descentralizar las entidades estatales, sino impulsar el crecimiento a través de otras variables como inversión, mayor destinación de recursos públicos en educación e infraestructura, y empleo con el fin de promover ciudades competitivas que atraigan también al sector privado.

(*)@nataliamarinop