En la V República, periodo que va desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta 1946, el general Charles De Gaulle disolvió dos veces las Asamblea Nacional, en 1962 y 1968, para medirse en las urnas anticipadamente con sus detractores socialistas. No fue el único y como él, el socialista François Mitterrand y el conservador Jacques Chirac también convocaron a elecciones anticipadas, movilizados por la necesidad de, igual que De Gaulle, medirse con la oposición.
Por los malos resultados en las elecciones al Parlamento Europeo del domingo pasado, Emmanuel Macron ha usado esta misma figura -que por primera vez se utilizó en Francia en 1877, de acuerdo con Le Fígaro- y ha convocado a elecciones anticipadas en la última semana de este mes, con la atención de los franceses puesta en los Juegos Olímpicos de París, que empiezan a mediados de julio.
¿Por qué se arriesga de semejante manera un presidente que, aunque no tiene una mayoría absoluta en el Congreso, se ha reelegido en la difícil Francia y hoy funge como el máximo líder de Europa? La respuesta es sencilla: la derecha radical cada vez tiene más simpatizantes y, de seguir las cosas como van, puede seguir creciendo para las elecciones presidenciales de 2027.
En la jornada electoral del domingo pasado, la “Agrupación Nacional”, liderada por Marine Le Pen, hija del fundador del “Frente Nacional”, obtuvo el doble de votos que el partido para las elecciones europeas de Macron, "Renacimiento", que representaba el ala liberal en la Unión Europea y tuvo un pobre desempeño, quedando por detrás de partidos de centro como los Verdes y otros.
A estos malos números se le suma que su partido en Francia, “En Marcha”, ha formado una débil coalición con grupos minoritarios en el Senado, siendo incapaz de unirse con centroderecha tradicional de “Los Republicanos” que hoy, aunque carecen de candidatos de talla nacional como en su tiempo fueron François Fillon, Nicolás Sarkozy o Chirac, siguen siendo la fórmula clave para construir el muro de contención que Macron busca para frenar el ascenso de Le Pen.
Precisamente, ante la falta de apoyos parlamentarios, Macron no ha podido reunir los apoyos suficientes para sacar adelante su agenda de reformas e incluso, según Le Fígaro, se prevé que en los próximos meses el Presidente no pueda aprobar el presupuesto general, escenario que lo obligaría a convocar, también, a elecciones anticipadas.
El gambito francés
El adelanto de las elecciones, con este panorama, parece algo riesgoso. Macron ya no es ese joven con un discurso refrescante que irrumpió en la política francesa aprovechando el desgaste del socialismo, tras el mal gobierno de François Hollande y los escándalos que rodearon a los conservadores de Nicolás Sarkozy. Menos popular y con varios frentes abiertos, la decisión de Macron, sin embargo, resulta audaz y puede llevarlo a reposicionarse ante el auge de la extrema-derecha.
Las elecciones anticipadas, que se rigen por el mismo sistema de dos vueltas, van a medir varios temas. El primero es qué tan grande es la extrema-derecha, ya sabiendo de su potencial luego de las elecciones europeas. Con este antecedente, es posible que los votantes de centroderecha y centro se organicen mejor, probablemente en segunda vuelta, para frenar a Le Pen.
Este escenario, sin embargo, depende de la posición de la centroderecha. Tradicionalmente, la centroderecha francesa ha estado en contra de la extrema derecha desde los años ochenta, cuando Jean Marie Le Pen lanzó su partido bajo unos principios más radicales, incluso que los de su hija. Como obstáculo, Le Pen siempre encontró a Chirac, un conservador que agrupó los votantes insatisfechos con la izquierda de Mitterrand y que se consideraban más moderadas con las bases conservadores que no gustaban de la ideas antimigración y raciales de Le Pen padre, que alguna vez dijo que el régimen de Vicky (los franceses nazis) había sido ideal para los intereses franceses.
Hasta hace muy poco, Francia seguía marcada por esta misma tendencia y, de hecho, Macron había arrasado en 2017 en parte por esta situación. Las preferencias electorales y políticas francesas vienen cambiando, sin embargo. Como dicen los analistas de Le Pain Quotidien, hay un giro político de los jóvenes que son más conservadores y buscan apoyar candidatos de derecha, sean estos de derecha radical o centroderecha.
Este cambio en los clivajes políticos puede hacer que “Los Republicanos” también busquen reacomodarse en este nuevo escenario político y, eventualmente, dejen de lado su bloqueo hacia Le Pen y no pacten con Macron, como lo han hecho habitualmente. Macron corre ese riesgo, aunque desde hace meses viene asumiendo una agenda más conservadora para anticiparse al mismo.
En un artículo del 20 de enero en este Diario, titulado “La autoridad y el orden marcan el giro de Macron a la derecha”, se analizó el viraje de la sociedad francesa hacia la derecha y la respuesta del presidente francés ante éste, presentando una agenda más conservadora en la que se recuperen los valores tradicionales. Liberation, el periódico de la izquierda , lo llamó “la vuelta a la vieja Francia”. “Varios sectores de la sociedad francesa exigen que se recuperen el orden y la autoridad, según encuestas sobre valores políticos, y se defienda los símbolos nacionales”, se escribió. ¿Por qué le ha ido tan mal el pasado domingo, a pesar de haber dado tal giro?
El adelanto de elecciones también resulta un paso astuto por la obstinación de Le Pen por seguir presentándose como una candidata antisistema u outsider. Aunque los resultados avalan tal posición, como quedó claro el pasado domingo, algunos analistas dicen que la candidata ‘ultra’ necesitaría moderar su discurso para atraer más votantes de centroderecha, que aún temen la falta de profesionalización de los miembros de su partido y el encendido discurso.
A nivel de Europa, de hecho, Le Pen ha sido consistente y radical en seguir defendiendo el mismo discurso de hace 20 años, cuando entró a la política, pero ajustado a la realidad de ahora. Por ejemplo, la política francesa está a favor de Rusia, se opone a darle armas a Ucrania y es profundamente euroescéptica o, mejor, no cree en la Unión Europea. Algunos consideran que, como estrategia, puede moderar su discursos y empezar a parecerse a Giorgia Meloni, la primera ministra de Italia, que ha pasado de la derecha dura a una posición más moderada.
La historia de Francia dice que, en la mayoría de casos, como en los de Gaulle y Miterrand, los presidentes que convocan elecciones anticipadas ganan y refuerzan su gobierno. Siempre está, sin embargo, la orilla opuesta como cuando Chirac perdió en 1997 con el socialista Lionel Jospin y tuvo que ceder el gobierno, situación que a toda costa busca evitar Macron.
*Analista y consultor. MPhil en Universidad de Oxford.