El mandato de Shigeru Ishiba puede ser efímero | El Nuevo Siglo
Shigeru Ishiba asumió esta semana como primer ministro de Japón, con múltiples retos en todos los campos, sobre todo en seguridad y política interna. / AFP
Viernes, 4 de Octubre de 2024

Taniguchi Tomohiko*

Project Syndicate

 

Tras una campaña electoral de quince días, el gobernante Partido Liberal Democrático (PLD) de Japón ha elegido a Shigeru Ishiba como su presidente. Por tener dicho partido mayoría en la Dieta Nacional (parlamento), Ishiba asumió esta semana como primer ministro de Japón. Quien por mucho tiempo fuera uno de los principales rivales del fallecido Abe Shinzō, concreta así a los 67 años un viejo sueño. Pero es posible que su estrella política se apague pronto.

Hay para ello varias razones. En primer lugar, la propuesta de Ishiba de crear una “OTAN asiática” está totalmente reñida con la realidad, y no resistirá un debate en la Dieta. Aunque Ishiba se presenta como un experto en seguridad, al parecer carece de cierta perspectiva básica, y en cuanto ese defecto se haga evidente, perderá el apoyo de los japoneses.

La característica que define a la OTAN es la garantía de defensa mutua: atacar un estado miembro es lo mismo que atacar a todos. La colectivización del derecho a la autodefensa maximiza el poder de disuasión. Japón, gracias a los incansables esfuerzos de Abe, logró una colectivización parcial de la autodefensa en 2015. Pero, como reflejo del fuerte sentimiento antimilitarista de los japoneses, el alcance de esa autodefensa colectiva se limitó a situaciones en las que estuviera en juego la supervivencia de Japón.

Una OTAN asiática, en cambio, implica que si, por ejemplo, a Estados Unidos lo atacaran en el océano Índico, Japón debería estar preparado para acudir en su defensa. Del mismo modo, si se produjera un choque entre Australia (probable estado miembro) y la marina china, Japón debería participar en la autodefensa colectiva.

Quizá el objetivo principal de Ishiba sea darle un carácter institucional más firme al involucramiento de Estados Unidos en la región indopacífica. Pero entonces debería demostrar en forma convincente que una OTAN asiática supone un beneficio neto para Estados Unidos, algo que parece muy improbable. Una OTAN asiática no implicaría muchos cambios respecto del esquema actual, donde Japón hospeda en su territorio (sobre todo en Okinawa) la mayor parte de las fuerzas estadounidenses desplegadas en Asia, que llevan a cabo ejercicios conjuntos activos con Australia y la India para recordarle a China los costos del aventurerismo militar.

Caso Taiwán

Lo que nos trae a un problema todavía más grave en relación con la propuesta de Ishiba: Taiwán. Si la isla quedara bajo control del régimen comunista chino, eso provocaría una reducción significativa de la esfera estratégica de Japón, en los planos psicológico, militar y comercial. En otras palabras, una colectivización de la autodefensa que no pueda garantizar la seguridad de Taiwán no vale nada. Los países más interesados en la seguridad de Taiwán son Estados Unidos, Japón y Filipinas. ¿Se unirían otros países a una OTAN asiática cuyo objetivo de defensa más preocupante sea Taiwán? No parece muy probable.

Y tenemos luego la cuestión de la India. Cuando Abe la integró en el Quad (el cuadrilátero de naciones formado además por Estados Unidos, Japón y Australia), lo hizo sabiendo que la India, en tensión constante con la vecina China, desea mantener su relación de larga data con Rusia. Aun siendo parte del Quad, es probable que no quiera poner en riesgo esa relación por unirse a una OTAN asiática, y ponerla a prueba es algo que conviene evitar.

Flanco político

Otra carga adicional para las perspectivas políticas de Ishiba es su propuesta de aumentar impuestos. Ishiba considera que hay margen para aumentar los impuestos sobre la renta personal y corporativa, y también se ha mostrado entusiasmado con la idea de gravar las plusvalías. ¿De veras cree que puede ganar una elección con una plataforma de aumento de impuestos?

La razón principal por la que el PLD eligió a Ishiba es que necesita triunfar en las próximas elecciones. La Cámara de Consejeros (cámara alta) renueva la mitad de sus escaños cada tres años, y la próxima elección está programada para julio de 2025. En cuanto a la Cámara de Representantes (cámara baja), el mandato actual dura hasta octubre de 2025. El sentido común indica que los gobiernos tienen más capital político al comienzo; y es probable que Ishiba aproveche la oportunidad para disolver la cámara baja y convocar a elección general, de modo de asegurarse una mayoría y fortalecer su gobierno. Si no consigue disolver la cámara baja en los próximos meses, tal vez llame a elección para las dos en julio del año entrante.

A favor de Ishiba obra el hecho de que la economía japonesa está en buena forma. El PIB nominal y la recaudación tributaria están en máximos históricos. Pero la demanda del sector privado aún no se recupera del todo, de modo que tal vez no sea el mejor momento para un aumento de impuestos (en todo caso, justificaría reducirlos). Puede que Ishiba se esté dejando influir por el “pensamiento de grupo” del ministerio de finanzas (que a menudo trata el equilibrio fiscal como fin en sí mismo), pero son escasos o nulos los casos de un partido que haya ganado una elección proponiendo aumentar los impuestos.

Una tercera razón fundamental para dudar de la supervivencia política de Ishiba se relaciona con la lealtad de los miembros de su gobierno. Cuando en Japón un gobierno dura poco, la razón de su final suele ser algún escándalo relacionado con un ministro o deserciones en el entorno del primer ministro en su residencia, el Kantei. Básicamente, el gobierno cae cuando falla la gestión organizativa.

Ishiba fue en su momento ministro de Defensa. Conozco a muchos funcionarios civiles del ministerio y también altos mandos de las Fuerzas de Autodefensa. No deja de sorprenderme la uniformidad de sus reacciones cuando se les pregunta por el mandato de Ishiba. No dan respuestas claras, pero todos ponen mala cara.

La tarea del primer ministro es mucho más difícil que la del ministro de Defensa. Más o menos el 99 % del trabajo consiste en lidiar con contratiempos. Las iniciativas nuevas sólo se materializan en el infrecuente supuesto de que tengan respaldo presupuestario y legislativo.

Además, la Dieta de Japón le exige al primer ministro japonés 7,4 veces más tiempo que el parlamento británico al suyo. Estar encadenado a una sillita en la Dieta tratando de mantener la compostura bajo ataques implacables de la oposición no es tarea fácil.

Japón no puede permitirse un regreso a la era de gobiernos efímeros que precedió al mandato de Abe. Por desgracia, las propuestas de Ishiba y sus cuestionables habilidades de gestión no presagian nada bueno. Ojalá aprenda y madure en poco tiempo.

*Taniguchi Tomohiko fue asesor especial del gabinete del primer ministro Abe Shinzō.

 

<FOTOLEAD>SHIGERU ISHIBA asumió esta semana como primer ministro de Japón, con múltiples retos en todos los campos, sobre todo en seguridad y política interna. / AFP

 

<DESTACADO>¿Se unirían otros países a una OTAN asiática cuyo objetivo de defensa más preocupante sea Taiwán? No parece muy probable.