Casi 16 años después del inicio de la guerra en Afganistán, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, cambiaría la estrategia de Washington y la informará la noche de mañana lunes desde la base militar de Fort Myer.
El mandatario presentará su visión del futuro del "compromiso de Estados Unidos en Afganistán y el sudeste de Asia", precisó la nota.
Dieciséis años después de la invasión estadounidense para castigar a los talibán por haber protegido a los cabecillas de los atentados del 11 de septiembre, y a pesar de los cientos de miles de dólares invertidos y 2.400 soldados estadounidenses muertos, los rebeldes tienen la iniciativa en el terreno.
El ejército afgano ha sufrido pérdidas insostenibles, el poder central es débil y corrupto e incluso el grupo Estado Islámico parece camino a poner un pie en el país.
Estados Unidos mantiene unos 8.400 efectivos militares en Afganistán, mucho menos de los 100.000 que tenía hace seis años. La mayoría de ellos están encargados de entrenar a las fuerzas afganas.
Trump se reunió el viernes con sus principales asesores en seguridad en el retiro presidencial de Camp David, cerca de Washington, para medir sus opciones en el conflicto, señalando más tarde que "muchas decisiones" se tomaron.
El ala nacionalista de la Casa Blanca, de la cual Steve Bannon, despedido el viernes, era la figura de proa, siempre ha sido reticente a aumentar el compromiso militar estadounidense.
De su lado, los talibán enviaron una advertencia al presidente estadounidense: "Sería sabio que adopte una estrategia de retirada completa de Afganistán antes que un incremento de las tropas", indicaron en una carta abierta.
Para los talibán, que gobernaron Afganistán de 1996 a 2001, la ocupación extranjera es "el principal motor de la guerra"