LA GUERRA verbal entre candidatos presidenciales y, especialmente en Estados Unidos, es de vieja data. La novedad es que a los descalificativos con que se refieren a su oponente -también una práctica tradicional- se han sumado insultos y comentarios tan ofensivos que se han convertido en escándalos de alto impacto en el esprint final de la carrera por la Casa Blanca.
Así, la vicepresidenta candidata demócrata, Kamala Harris, ha tildado al expresidente republicano Donald Trump, entre otros, de “desquiciado”, “inestable”, “obsesionado con la venganza”, “resentido”, “amenaza para la democracia” y “nazi”, mientras que Trump se ha referido a ella como “comunista”, “sin ideas” y “que se volvió negra para captar votos”.
Todos estos calificativos terminaron siendo parte de una cada vez más agresiva guerra verbal que los votantes consideraron normal en la contienda por el poder. Esos señalamientos generaron inmediatas respuestas de los respectivos candidatos, atizando el debate electoral y hasta llevando a los seguidores de uno y otro a reafirmar su intención de voto.
Lo que no se esperaba a tan solo una semana de la elección presidencial, que analistas y encuestas vaticinan muy super reñida, es que ‘chistes’ de mal gusto o declaraciones de terceros generaran un escándalo que además de impactar las respectivas campañas incidiría en la decisión de los electores, especialmente de los indecisos y los hispanos.
Si bien la polémica surgió en el gran evento republicano realizado el domingo pasado en el Madison Square Garden de Nueva York, cuando al cómico Tony Hinchcliffe, le pareció muy gracioso decir que Puerto Rico era una “isla flotante de basura” y que a los hispanos “les encanta hacer bebés”, una declaración sobre el tema del presidente Joe Biden la convirtió en un escándalo que golpeó a la candidata Kamala Harris, quien en vano ha intentado desmarcarse de su mentor.
El martes, el mandatario norteamericano, se refirió a la ofensiva afirmación de Hinchcliffe -quien valga decir se gana la vida insultando a todo el mundo bajo su mampara de ‘comediante’- en una videollamada con miembros de la oenegé Voto Latino afirmando que “la única basura que veo flotando por ahí son sus seguidores (los de Trump). Su, su, su demonización de los latinos es inconcebible y es antiestadounidense", lo que generó consternación en el campo demócrata e indignación entre los republicanos.
Tanto la Casa Blanca como el presidente buscaron atajar la crisis. En la red social X, Biden intentó quitar hierro al asunto diciendo que se refería "a la retórica odiosa sobre Puerto Rico lanzada por un partidario de Trump".
De poco sirvió. El comentario se convirtió en un balón de oxígeno para el líder republicano y una losa para la vicepresidenta, que quiso marcar distancia de su jefe afirmando que discrepa rotundamente con cualquier crítica a las personas basada en por quién votan, al tiempo que sostuvo que "seré la presidenta de todos los estadounidenses, me voten o no".
Trump reaccionó de inmediato desde Carolina del Norte y posteriormente desde Wisconsin donde tras indicar que “es terrible decir una cosa así” sostuvo que "Joe Biden finalmente dijo lo que él y Kamala realmente piensan de nuestro partido y seguidores. Los llamó basura…Mi respuesta a Joe y Kamala es muy sencilla: no puedes dirigir Estados Unidos si no amas a los estadounidenses".
La campaña republicana y los líderes del partido descalificaron el ataque a sus seguidores y exigiendo disculpas. Karoline Leavitt, portavoz de Trump, manifestó que Kamala debe responder por este vergonzoso ataque contra decenas de millones de estadounidenses, mientras que el senador Marco Rubio exigió una disculpa a Joe Biden. "No somos basura. Somos patriotas que amamos a Estados Unidos", expresó sin poder ocultar su indignación.
En cuanto al comediante que estuvo en su mitin en Nueva York, Trump manifestó que no ha querido ni quiere que se hagan bromas desagradables o estúpidas y que por ello “probablemente Tony Hinchcliffe no debería haber estado allí"
Insistió el expresidente que es querido en Puerto Rico, y él les quiere a ellos, al igual que recordó que durante su gobierno ayudó a sus habitantes con las devastadoras consecuencias del huracán María, un ciclón que azotó a la isla y dejó casi 3.000 muertes.
Este jueves y para sacar partido del frente de batalla electoral que abrió Biden, Trump llegó a un mitín en Wisconsin en un camión de basura y vistiendo uno de los elementos de seguridad que usan quienes trabajan en la recolección de residuos: un chaleco naranja y amarillo fosforescente.
"¿Qué les parece mi camión de la basura? Este camión es en honor de Kamala y Joe Biden", dijo el candidato republicano a la Casa Blanca desde el asiento del pasajero. Luego bromeó con el público y preguntó a su equipo “¿Dónde está mi chaqueta? para quitarse el chaleco, pero cambió de opinión cuando le dijeron que lo hacía parecer "más delgado".
El republicano comparó esta situación con la vez en la que Hillary Clinton, su contendiente por la presidencia en 2016, afirmó que la mitad de los seguidores del republicano eran "lamentables".
Y, este miércoles, coincidiendo en Wisconsin, uno de los siete estados bisagra y donde la intención de voto los muestra empatados, el tema de enfrentamiento entre los candidatos a la Casa Blanca fue la protección a las mujeres.
Tal y como lo hizo el mes pasado, el expresidente Trump afirmó en un acto público en la ciudad de GreenBay que es "protector" de las mujeres. "Lo voy a hacer, les guste o no a las mujeres. Tengo que protegerlas. Voy a protegerlas de los migrantes que llegan. Voy a protegerlas de países extranjeros con misiles y muchas otras cosas".
De inmediato Harris le replicó: “creo que es muy ofensivo para las mujeres en términos de no comprender sus necesidades, su poder, sus derechos y su capacidad para tomar decisiones sobre sus propias vidas, incluyendo su propio cuerpo".
“Alud de descalificativos”
Si bien en las campañas presidenciales se han usado términos despectivos entre los rivales de turno, como en la carrera de 2016, cuando Hillary Clinton se refirió a muchos de los partidarios de Trump como “canasta de deplorables” o hace cuatro años cuando Biden tildó a los mismos de defensores del “semifascismo”, nunca como en la actual han sido tan numerosos y agresivos los calificativos, “marcando un patrón más amplio de insultos delos demócratas a sus oponentes políticos y a sus votantes”, como destaca en USA Today la columnista Ingrid Jacques.
En la cuenta regresiva para la elección, Harris ha centrado su retórica en definir a su rival republicano como una “una persona inestable, obsesionada con la venganza, consumido por el resentimiento y que busca un poder sin control", y acusarlo de "mantener al pueblo estadounidense dividido y temeroso unos de otros".
El martes, en su ‘alegato final”, la vicepresidenta destacó que este 5 de noviembre los votantes determinarán si EEUU será "un país arraigado en la libertad para todos los estadounidenses, o gobernado por el caos y la división…Tendrán la oportunidad de tomar una decisión que impactará directamente su vida, la vida de su familia y el futuro de este país que amamos".
Reiteró lo que ha expresado en las últimas semanas: "Lo que está en juego es aún más importante que en 20160 2020 porque, en los últimos ocho años, Donald Trump se ha vuelto más confuso, más inestable y más enojado, y está claro que se ha vuelto cada vez más desquiciado".
Harris también acusó a Trump de simpatizar con Hitler, saliéndole al paso la esposa de éste, Melania, para desmentir y señalar que lo que el expresidente quiere es lo mejor para el país.
El propio Trump le contestó a la vicepresidenta: “no soy un nazi, soy lo opuesto a un nazi" y aseguró que “la última declaración de Kamala y su campaña es que cualquiera que no vote por ella es un nazi".
Recordó que "nos han llamado intolerantes racistas, deplorables fascistas, irredimibles, nazis, y a mí me han llamado Hitler" pero insistió en que ello no frenará su lucha por recuperar el país y hacerlo “grande de nuevo”.
Esta es la antesala de la elección presidencial norteamericana, donde la tensión e incertidumbre crecen con el paso de las horas. Las cartas están sobre la mesa y un reducido grupo de votantes son los que inclinarán la balanza hacia un lado. /Redacción internacional