LA tregua en Siria de la "última oportunidad" para poner fin a una guerra que dejó más de 300.000 muertos, se mantenía, ofreciendo a los habitantes de varias ciudades su primera noche de tranquilidad en meses.
Las armas dejaron de escucharse después de que entrara en vigor la tregua el lunes a las 19H00 locales (16H00 GMT), pactada por Rusia y Estados Unidos, que apoyan respectivamente al régimen y a los rebeldes, en un nuevo intento de poner fin a más de cinco años de guerra.
El ejército ruso afirmó que las fuerzas del régimen respetarían el alto el fuego pero acusó a los rebeldes de haber disparado "en 23 ocasiones contra barrios residenciales y las posiciones de las fuerzas gubernamentales".
La televisión oficial siria dio cuenta de violaciones menores marcadas por disparos de cohetes por rebeldes que no dejaron víctimas. La ONU informó no obstante que esperaba garantías de seguridad para sus convoyes antes de lanzar operaciones humanitarias.
Para poder enviar ayuda a los barrios rebeldes sitiados de Alepo, militares rusos instalaron un punto de observación móvil en la ruta de Castello, un eje de acceso vital al norte de la segunda ciudad siria que une la región con la frontera turca, desde donde proviene esta ayuda, según las agencias de prensa rusas.
Pero Damasco anunció que rechazaría el ingreso de ayuda de Turquía a los barrios rebeldes de Alepo si no se coordinaba con el gobierno de Bashar al Asad y con la ONU.
La guerra civil en el país, que lleva ya más de cinco años, dejó, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) más de 300.000 muertos, de los cuales más de 87.000 eran civiles, así como millones de desplazados.
El secretario de Estado estadounidense, John Kerry, que negoció el acuerdo con su homólogo ruso, Sergei Lavrov, consideró que la tregua podría "ser la última oportunidad de salvar" Siria.
En numerosas localidades y ciudades, en particular las que controlan los rebeldes, en la mira de los incesantes bombardeos de la aviación del régimen, la población estaba aliviada.
Tanto en el este como en el oeste de Alepo, los habitantes permanecieron en las calles el lunes hasta la medianoche, aprovechando el alto el fuego para celebrar el Eid al Adha, la fiesta musulmana del sacrificio.
Si se respeta durante una semana, este cese de hostilidades podría desembocar en una inédita colaboración entre Moscú y Washington contra los dos grupos yihadistas.
Pero un responsable del Pentágono subrayó que ello no implicaría automáticamente el principio de la cooperación, al término de ese plazo. "Los plazos son cortos y la desconfianza es grande", señaló.
Moscú y Washington pretenden favorecer la reanudación de las negociaciones entre el régimen y los rebeldes para poner fin al conflicto que creó una crisis humanitaria que alcanzó Europa y permitió además que el grupo Estado Islámico se afianzase en medio del caos.