TIENE la inteligencia, paciencia y el ‘olfato’ del famoso detective privado de ficción creado por el británico Arthur Conan Doyle (1887) y la misión que el cineasta estadounidense George Lucas dio a Indiana Jones (1997). De allí que el mundo reconozca Arthur Brand más con esos dos ‘títulos’, que por su nombre de pila.
Con 53 años, este neerlandéss, con formación en Relaciones Internacionales e Historia, es el más efectivo recuperador de obras de arte y objetos de relevancia histórica robados en el mundo. Y si bien volvió esta semana a la primera plana noticiosa por devolver un cuadro de Vincent van Gogh que había sido sustraido al museo Singer Laren (Países Bajos) durante la pandemia, tiene a su haber más de 200 entregadas en las últimas dos décadas.
La vida de Brand ha sido de película, por las misiones –que se creían imposibles-imposibles en las que se embarcó desde muy joven, las aventuras que ha enfrentado para recuperar los objetos robados y la experiencia sin igual de tener en sus manos esas joyas del arte.
Tenía apenas 19 años cuando una nocturna experiencia cambió su visión profesional al punto que la convirtió en proyecto de vida. Estudiaba historia y por un intercambio estudiantil se trasladó a Granada (España), donde según ha referido en contadas ocasiones, pasó una de las mejores épocas de su vida.
Por curiosidad y el ímpetu propio de la edad se unió a un grupo de hombres que furtivamente se dedicaban a cavar en busca de objetos arqueológicos, aperados con un detector de metales, linternas, palas y una escopeta. Esa inesperada aventura de solo una noche, donde el botín terminó siendo poca cosa, apenas dos monedas romanas de plata, le dio a Brand un ángulo diferente y opuesto a lo que había presupuestado como professional.
Así, de regreso a su país a la par que comenzó a coleccionar monedas griegas investigó sobre el negocio ‘ilegal’ del arte y, tras un inesperado encuentro con Michel van Rijn, a quién en la década de los 90’s se le atribuyeron los mayores robos de pinturas en el mundo, definió entrar en ese mundo, pero del lado de los buenos.
Arthur Bard reconoce que el reformado van Rijn se convirtió en su mentor, le enseñó cómo se movía el hurto y comercio illegal de las obras de arte, así como los riesgos que enfrentaba al optar, como lo hizo, en el ‘cazador’ de tesoros robados para entregarlos a sus legítimos dueños.
Convencido que su mision era posible sacó a flote unas dotes de investigador -que desconocía hasta entonces-, viéndose inmerso en aventuras y riesgos durante largo tiempo. En una paciente labor de rastreo, de las pistas con poco fundamento pasó a contactos peligrosos pero efectivos, descubriendo que en la mayoría de los casos era factible recuperar las obras ya que por su alto valor patrimonial y reconocimiento se volvía muy difícil comercializarlas. Igual, que generalmente el ladrón original la vendía o canjeaba con otros ajenos al robo y, en la mayoría de los casos, las conservaban para ‘negociar’ algún beneficio judicial si eran detenidos.
Desde sus inicios como recuperador de tesoros, Brand informa tanto a la policía holandesa como a la de los países donde ubica las obras sobre sus pesquisas, la que finaliza el proceso. Su primer gran logro fue en 2005, al encontrar “El evangelio de Judas”, un texto histórico, que se había perdido hacía más 1.700 años. Desde entonces han sido más de 200 las obras de arte que ha recuperado, desde mosaicos bizantinos y relieves visigodos hasta bustos romanos, emblemáticas esculturas y pinturas de grandes maestros. Por ello se le bautizó como el Sherlock Holmes y el Indiana Jones del Arte.
“Hay que dejar trabajar a Arthur porque tiene contactos de los que nosotros carecemos”, señala Harrie Sijm, un investigador de la policía holandesa que estuvo adscrito a la búsqueda de 24 cuadros del Siglo de Oro robados en 2005 al Museo Westfries (Países Bajos), cinco de los cuales fueron recuperados en 2016.
Son más de dos décadas de una labor que genera más recompensa moral que económica. Por ello en 2011, Brand con dos socios, fundó Artiaz, una empresa de asesoría artística. Su reputación, seriedad, reconocimiento e irrefrenable pasión por cumplir su ‘misión de vida’ han llevado a que en muchas ocasiones los delincuentes lo contactan para devolver los objetos robados, encuentros que se dan desde lugares recónditos y peligrosos hasta en la puerta de su vivienda en Ámsterdam.
Sin duda, la vida y experiencias que ha tenido este “Indiana Jones” son envidiables porque es tal vez el único que ha tenido en sus manos joyas del arte como los Caballos de Hitler, el anillo de Oscar Wilde, una corona etíope del siglo XVIII y decenas de cuadros de genios de la pintura como Dalí y Van Gogh.
Estos son tan solo algunos de los cuadros y objetos hallados por Brand en más de dos décadas, recuperación que en cifras superan, y de lejos, los 220 millones de euros.
Evangelio de Judas: A comienzos de 2005, el descubrimiento de un libro que se creía perdido, el llamado Evangelio de Judas, conmocionó el mundo, catapultando al investigador holandés. Ese papiro que fue encontrado en Egipto en los años setenta, llevado a Europa y se quiso vender en el mercado negro. No se logró, y durante años permaneció guardado en una caja fuerte en Estados Unidos. Explica Brand que años después su propietaria, una coleccionista suiza, descubrió que era verdadero. Un informante me contactó y envió fotos, las que con un compañero enviamos a los periódicos. Cuando se hizo público, la coleccionista no pudo seguir escondiéndolo y negoció su cesión a National Geographic con la condición de publicar su versión de la historia, sin dar su nombre.
Lienzos de Dali y Lempicka: En 2009 fueron sustraídos en el museo del norte de Holanda, dos importantes lienzos: “Adolescencia” del pintor surrealista catalán Salvador Dalí y “La músico”, de la artistra polaca Tamara de Lempicka. El 7 de julio de 2016, Brand anunció su recuperación y explicó que esas obras cayeron en manos de una banda criminal que pensaba usarlos como moneda de cambio. Sin embargo, con el pasar el tiempo la misma decidió contactarlo para entregárselos ya que “no querían ser culpables de la destrucción o reventa” de las pinturas.
Los caballos de Thorak: El 20 de mayo de 2015 y gracias a los años de búsqueda de Brand, dos caballos de bronce realizados por Josef Thorak, uno de los escultores oficiales del III Reich, que adornaban la entrada de la Cancillería de Hitler en Berlín, y que habían desaparecido tras la caída del muro fueron encontrados en un viejo almacén de Bad Dürkheim. Por la trascendencia del hallazgo, así como por las peripecias que enfrentó, el investigador escribió un libro que lleva el mismo título y que es considerado un autèntico thriller.
Mosaico del siglo VI: Estuvo perdido por más de 40 años y fue Brand quién encontró la huella de esta obra en Mónaco, después buscarla varios meses por toda Europa. En noviembre de 2018, las autoridades de Chipre se conmocionaron con el regreso al país del mosaico de San Marcos, que data del siglo VI, y que había sido robado, durante la invasión turca, de la iglesia Panayia Kanakaria, en el noreste de esta isla mediterránea. El neerlandés narró que estaba en poder de una familia británica, que la había comprado de buena fe hacía décadas y que cuando “descubrieron su verdadero origen decidieron devolverlo, por una módica suma”. El mosaico está valorado en 10 millones de euros.
Grabados españoles: A comienzos de 2019 fueron entregadas al gobierno español dos piedras esculpidas, una de ellas con la imagen de Juan el apóstol, que habían sido hurtadas en 2004 a la ermita de Santa María de Lara, ubicada en Burgos. Ocho años duró la búsqueda de Brand que las ubicó, para sorpresa de de la familia aristocrática al norte de Londres en cuyo jardín estaban. Faltó poco para que las piedras, que pesan 50 kg cada una, acabaran en el fondo de un río. El investigador descubrió que las piedras habían sido transportadas a Londres por un marchante de arte francés y puestas a la venta como decoración de jardín, y así evitar cualquier sospecha, por más de 55.000 euros cada una.
Corona del siglo XVIII: Semanas después, este ‘Indiana Jones’ se anotó otro hit: la reaparición de esta joya adornada con cobre dorado donde están representados Jesucristo y los apóstoles. Un refugiado etíope nacionalizado holandés, Sirak Asfaw, contactó al Brand para entregársela y le narró que durante dos décadas fue guardián de la corona, la que casualmente descubrió en una maleta abandonada por uno de los compatriotas que albergó a finales de los años 70, tras huir de las purgas del “terror rojo” que allí se cometieron. Asegura que espero años hasta que la situación de su natal Etiopía se estabilizó.
Portrait de Dora Maar: Ese mismo año volvió a mostrar su talento al hallar una pintura de Pablo Picasso, Portrait de Dora Maar", también conocida como "Buste de Femme (Dora Maar)", estimada en 25 millones de euros y que fue robada en 1999 del yate de un jeque saudita en la Riviera francesa. Relató que luego de seguir durante cuatro años una pista que lo condujo por el submundo criminal holandés, dos intermediarios se presentaron su oficina con el famoso retrato, envuelto en una sábana.
El anillo de Oscar Wilde: A finales de ese mismo año y tras dos décadas de rastreo y contactos con el mundo criminal, encontró el anillo de oro, que el famoso escritor irlandés Oscar Wilde regaló antaño a un amigo y que fue sustraído de la universidad británica de Oxford. La sortija de 18 quilates, que el escritor regaló a un compañero de estudios en 1876, era un elemento central de la colección del Magdalen College, donde Oscar Wilde. El ladrón, Eamonn Andrews, dijo que lo había vendido a un chatarrero por 175 euros. Estaba tasado en más de 40 mil.
"Diván", de Hafez. En otra búsqueda digna de película, que incluso atrajo la atención de los servicios secretos iraníes, Brand ubicó a comienzos del 2020 un ejemplar del “Divàn”, célebre libro del poeta persa Hafez, que data del siglo XV. El volumen, encuadernado en páginas con pan de oro y cuyo valor está calculado en 1 millón de euros desapareció de la colección de un anticuario iraní residente en Múnich, en el sur de Alemania, después de su muerte, en 2007. Al experto en arte le llevó una década y varios peligros ubicarlo. Un comerciante de arte iraní que vivía en Londres lo contactó y le dio pistas que lo llevaron hasta Londres, donde otro hombre le indicó el coleccionista al que lo había vendido.
Dios Baco. En febrero devolvió una rara escultura romana fundida en bronce -considerada uno de los mayores tesoros de Francia-, al museo del cual había sido robada hace casi medio siglo. Fue el dios Baco (o Dioniso) que había sido hurtada en 1973. La historia de la estatua resurgió de pura casualidad hace un par de años, cuando un cliente austriaco pidió a Brand investigar la estatua de un niño que había comprado legalmente en el mercado del arte. Tras meses de investigación, encuentra en una revista arqueológica de 1927 que representa a Baco de niño y pertenecía a un museo francés.
La sangre de Cristo: El 7 de diciembre de ese mismo año, Brand tuvo la experiencia más espiritual que un católico creyente pueda tener. Esa noche sonó la campanilla de su residencia y al abrir encontró, como le habían anunciado, una caja de cartón con uno de los objetos más sagrados que le hayan robado a la Iglesia católica, conservado desde hacía 1.000 años en la abadía de Fecamp, en el norte de Francia: la reliquia de la "Preciosa Sangre de Cristo". El relicario dorado, tiene 30 cm de alto y piedras preciosas incrustadas, imágenes de Cristo en la cruz y otros santos.
Jardín rectoral Nuenen en primavera: Tres años después de que en espectacular robo fuera sustraída del museo Singer Laren volvió a éste el valioso cuadro de Vincent van Gogh “Jardín rectoral en Nuenen en primavera", de 1884. En abril de 2021, el autor del robo, Nils M.fue condenado. "Unos meses después, supe por una fuente del mundo criminal quién había comprado el Van Gogh" a Nils M., explicó Brand. Ese hombre, identificado como Peter Roy se encontraba también detenido y le dijo al investigador que entregaría el van Gogh a cambio de una reducción de pena. No hubo trato y hace dos semanas un hombre contacto a Brand quien lo convenció que entregara la obra.