PLANTAR CARA, que según la definición del Diccionario español “es enfrentar las situaciones adversas con determinación”, fue lo que hizo ayer el expresidente republicano Donald Trump ante la Corte Suprema del estado de Nueva York, en el inicio del juicio civil que en su contra -y su organización- se abrió por presunto ‘fraude continuado’, el primero de una saga judicial con el que los demócratas buscan sacarlo de la carrera por la Casa Blanca.
Con su carisma y contundencia, el exmandatario conservador fue mucho más allá de la simple expresión coloquial ‘dar la cara’, que se traduce en asumir responsabilidades o explicar actuaciones y la plantó. Es decir, como se espera de los líderes, no se limitó a justificar, sino que con la conciencia tranquila y el convencimiento de ser blanco de una tan inédita como injustificada persecución política, dio un paso al frente para desvirtuar la acusación en su contra por presuntamente haber inflado el valor de sus activos inmobiliarios en la ‘Gran Manzana’.
"Es una farsa...Lo que está ocurriendo aquí es una tentativa de perjudicarme en la elección", manifestó el expresidente antes de ingresar a la audiencia en la Corte Suprema del Estado de Nueva York en la que comparecía como testigo. Minutos después, la fiscal general Letitia James -equivalente a la Minjusticia- advirtió en el mismo lugar que "la justicia prevalecerá", reiterando que el multimillonario neoyorquino de 77 años ha “cometido fraudes reiterados" para “evadir impuestos”.
"Acabo de llegar a la corte para luchar contra una fiscal general corrupta y racista y contra un juez fuera de control que odia a Trump, que se niega a aceptar una decisión del tribunal de apelaciones que deja fuera de combate el 80 por ciento de su caso", trinó el líder republicano en la red social Truth Social.
También la acusó de haber montado "un espectáculo de terror" como parte de una "caza de brujas" política dirigida desde Washington para tratar de impedir que gane la presidencial del 2024.
Aunque no puede ser condenado a prisión por esta acusación, el juicio civil contra Trump y dos de sus hijos, Donald Jr, y Eric, es apenas un anticipo de la larga serie de casos que le esperan en las cortes y que amenazan con perturbar no solo la campaña por la nominación republicana, sino la carrera presidencial, en las que corre como favorito.
El magnate está inculpado en lo penal en otros cuatro casos diferentes, que no han hecho mella en su popularidad y, por el contrario, han afianzado el apoyo no sólo de su base sino de un sector de los llamados independientes. Ello se refleja en las recientes encuestas, como la de Harris X del viernes, que da al republicano 45% de intención de voto, tres puntos de ventaja sobre Biden; misma diferencia a su favor que registra el sondeo del Correo de Nueva York (44% vs. 41%).
En otro tino, el hombre fuerte de los conservadores denunció que este caso, presidido por el juez Arthur Engoron, sigue siendo "una caza de brujas", como ya hiciera en otros procesos judiciales que tiene abiertos por interferir en las elecciones de 2020, tanto a nivel federal como estatal.
Insistió en que “están tratando de dañarme para que no lo haga tan bien como lo estoy haciendo hasta ahora", refiriéndose a su carrera electoral hacia la Casa Blanca.
El juicio que comenzó este lunes adquirió de repente una importancia considerable cuando el juez Engoron, dictaminó que se había demostrado la existencia de "fraude continuado" y que la fiscalía general del Estado de Nueva York ya había demostrado que Donald Trump y los directivos de su grupo habían "sobrevalorado" su patrimonio entre 812 millones y 2.200 millones de dólares de 2014 y 2021.
En consecuencia, el juez ordenó la revocación de los permisos comerciales en el estado de Nueva York de Donald Trump y de dos de sus hijos, vicepresidentes ejecutivos de la Organización, así como la confiscación de las empresas objeto. de la demanda, que se confiarán a liquidadores.
De aplicarse, estas sanciones supondrían "un duro golpe para la capacidad de Donald Trump de hacer negocios en el estado de Nueva York", según Will Thomas, profesor de derecho mercantil en la Universidad de Michigan.
"Esta decisión pone simplemente fin a la posibilidad para Trump de hacer negocios en el estado de Nueva York", resumió, por su parte, el antiguo fiscal neoyorquino y profesor de derecho de la universidad Pace Bennett Gershman.
"Los liquidadores van a administrar los bienes. Esto quiere decir que Trump y su organización no podrán hacerlo", por lo que perderán el control, agrega a la AFP.
El equipo de Trump anunció que recurrirá a la decisión judicial, que sorprenderá a muchos expertos por el alcance. Para uno de sus abogados, Chris Kise, el juez Engoron quiere "nacionalizar uno de los imperios corporativos más prósperos de Estados Unidos y tomar el control de la propiedad privada, pese a que reconoce que no hay pruebas de impago, incumplimiento, morosidad o reclamación". de perjuicio".
Donald Trump, que amasó su fortuna en el sector inmobiliario y los casinos en los años 80 y prometió dirigir Estados Unidos como sus empresas, perdería entonces el control de varios de los edificios emblemáticos de su grupo, como la Trump Tower, en la 5ª Avenida. de Manhattan.
Estas propiedades están en el centro de las acusaciones de la fiscal James: la superficie del apartamento del empresario en la Torre Trump se triplicó y el edificio del número 40 de Wall Street se sobrevaloró entre 200 y 300 millones de dólares en los estados financieros.
La lujosa residencia Mar-a-Lago de la Organización Trump en Florida y varios campos de golf también aparecen en el dosier.
El fiscal también solicita el reconocimiento de otras infracciones a la legislación financiera y una multa de 250 millones de dólares.
·Engoron es un agente de esta vergüenza de juicio”, aseguró Trump, que cuestionó a la fiscal James por impulsar este juicio en lugar de perseguir los crímenes violentos. "Llevamos aquí meses con un juez que ya ha tomado una decisión. Es ridículo", agregó.
Numerosos testigos
En su plataforma Truth Social, Trump ha defendido que los bancos prestamistas han sido reembolsados "en su totalidad, con intereses, sin impagos y sin víctimas". La defensa también pretende luchar con uñas y dientes sobre la valoración de los activos.
Este juicio promete ser bastante técnico y se espera que declaren decenas de testigos, entre ellos tres de los hijos de Trump, Eric, Donald Jr e Ivanka -que inicialmente también estaba en la mira de la denuncia pero que finalmente no fue inculpada- y el exdirector financiero de la Organización Trump, Allen Weisselberg, que cumplió condena en prisión tras declararse culpable de fraude fiscal en otro caso contra el grupo.
Entre los testigos también figuran el exabogado de Donald Trump, Michael Cohen, que se ha convertido en uno de sus enemigos declarados, así como empleados de los bancos prestamistas y de la firma de contabilidad Mazars, que decidieron en 2021 dejar de trabajar con la Organización Trump.
El juicio civil iniciado en Nueva York es el preludio a la maratón de procesos penales que el republicano enfrenta, en una ofensiva demócrata que, tras instrucciones internas dadas por el presidente Joe Biden meses atrás, no quieren que el líder republicano vuelva a la Casa Blanca por considerarlo “una ame3naza para la democracia”.
Está previsto que Trump comparezca ante un tribunal federal de Washington el 4 de marzo para responder por las acusaciones de haber intentado desde la Casa Blanca revertir el resultado de las elecciones de 2020. A continuación, volverá a sentarse en un banquillo en Nueva York por el presunto fraude contable, y después en Florida por manejo negligente de documentos confidenciales tras dejar la presidencia.
¿Logrará la justicia quitar a Trump el control de parte de su imperio económico? ¿Podrá frenar su aspiración presidencial? Si bien ello está por verse, se vislumbra complejo y difícil.