Actualmente se vive una época en la que muchas personas, especialmente los jóvenes, han cambiado sus prioridades y buscan suplir sus necesidades y/o deseos de la manera más rápida posible. Ello gracias a la evolución de la sociedad, que ha permitido que gran parte de las cosas se resuelvan en línea de manera inmediata.
En ese mismo sentido, adquirir algún tipo de compromiso ya no parece atractivo para muchos de los jóvenes de esta generación. Esto incluye la vocación de servicio desde el ámbito eclesiástico.
Al respecto, el sacerdote Juan Manuel Beltrán, encargado de Seminarios y Vida Consagrada de la Conferencia Episcopal de Colombia, en entrevista con EL NUEVO SIGLO, habló de una vida de entrega, la falta de compromiso y el creciente desinterés por la religión que afecta no solo a Colombia, sino también a muchas otras partes del mundo.
"Hoy en día vemos cómo los jóvenes tienen miedo de comprometerse en diferentes estados de vida, ya sea en el matrimonio, la vida religiosa o la sacerdotal", afirmó el padre Beltrán. En su experiencia observa que muchos jóvenes prefieren probar la vida en pareja antes de considerar el sacramento del matrimonio, lo que refleja un temor profundo al compromiso permanente.
"El miedo y el temor a comprometerse para toda la vida se ven en todos los ámbitos", añadió, señalando que esta tendencia es evidente en las vocaciones matrimoniales y además en las religiosas.
El sacerdote destacó un fenómeno preocupante que está ocurriendo tanto en América Latina como en Europa: “el notable descenso en el número de jóvenes interesados en una vida de servicio consagrado. El número de muchachos en los seminarios ha disminuido considerablemente y la situación en las comunidades religiosas femeninas es aún más crítica", subrayando que esto refleja un cambio profundo en la sociedad actual.
Esto se atribuye, en parte, a la creciente necesidad de autonomía y libertad que los jóvenes de hoy priorizan. "La idea de someterse a unas reglas, a una autoridad, a una disciplina, cuesta mucho más que antes", manifestó a este diario.
En este sentido, el sacerdote considera que la falta de vocaciones religiosas está directamente relacionada con el espíritu de independencia que prevalece en la juventud, así como con el empoderamiento femenino, que ha redefinido muchos roles y expectativas en la sociedad moderna.
Al ser consultado sobre el impacto de este pensamiento en las vocaciones religiosas, el sacerdote fue claro: "Es muy importante reconocer que los factores sociales, como el empoderamiento y la autonomía de la mujer, han tenido una influencia significativa en la disminución de vocaciones religiosas".
En su opinión, las dinámicas sociales y espirituales están profundamente entrelazadas y los cambios en el papel de la mujer en la sociedad también han afectado el deseo de optar por una vida consagrada.
Además de los cambios sociales, otro factor crucial en esta crisis vocacional es la creciente indiferencia religiosa. Según el sacerdote Beltrán, el mundo de hoy se caracteriza por un alejamiento generalizado de la religión. "Vivimos en un mundo secularizado, donde la pregunta sobre Dios ha dejado de ser relevante para muchas personas", expresó.
“En décadas anteriores, el ser humano se cuestionaba la existencia de Dios y reflexionaba sobre su papel en el mundo; sin embargo, en la actualidad esas preguntas parecen haber perdido importancia. En el siglo pasado, el activismo religioso era el desafío; hoy en día, el mayor problema es la indiferencia ante la fe", agregó.
Pese a este panorama desalentador, Beltrán enfatizó que aún hay jóvenes que sienten el llamado a una vida de servicio, aunque estos casos son cada vez más aislados. "Dios sigue llamando y las vocaciones no faltarán, aunque el número sea menor", afirmó con esperanza a EL NUEVO SIGLO.
En este sentido, destacó la importancia de la familia como pilar fundamental en la formación de vocaciones religiosas y ciudadanos comprometidos. "La familia juega un papel clave en la formación de buenos hijos, buenos ciudadanos y personas comprometidas con el servicio a los demás", subrayó.
A medida que la sociedad cambia, también lo hacen las instituciones que la conforman. El sacerdote Beltrán reveló que, en algunos casos, los seminarios en Colombia han tenido que cambiar su principal foco de funciones, debido a la falta de estudiantes; en algunos casos estos han sido reubicados. "Más que cerrar seminarios, hemos tenido que unir esfuerzos y enviar a los seminaristas a otras casas, ya que el número es tan reducido que no justifica mantener tantas sedes abiertas", explicó.
"La vida consagrada y la vida sacerdotal enfrentan una crisis de compromiso, pero también una crisis de fe en general. Es un mundo donde ya no importa el tema de Dios", lamentó.
No obstante, el sacerdote mantiene la esperanza de que, a pesar de las dificultades, las vocaciones seguirán surgiendo. El llamado a servir sigue presente en los corazones de muchos jóvenes, aunque su respuesta a ese llamado se vea frenada por los cambios sociales y la falta de orientación espiritual en las familias. "Es crucial que las familias vuelvan a desempeñar un papel activo en la vida religiosa de sus hijos. La oración, la participación en la iglesia y el ejemplo en casa son fundamentales para cultivar una fe sólida", concluyó.
Por otro lado, el canonista Hernán Olano, decano de Derecho en la Institución Universitaria Colegios de Colombia (Unicoc), habló desde una perspectiva complementaria sobre el estado de las vocaciones religiosas.
En conversación con EL NUEVO SIGLO, Olano recordó la importancia de la ‘Jornada mundial de oración por las vocaciones’, que la Iglesia celebra cada año, cuatro semanas después del Domingo de Resurrección.
Desde 1963, el papa Francisco ha emitido un mensaje en esta jornada, y en 2024 destacó la relevancia de reconocer la vocación como un don divino. En su mensaje, “el pontífice resaltó cómo las vocaciones, ya sean para la vida consagrada, el sacerdocio o la vida laica comprometida, son caminos para cumplir el propósito de Dios en el mundo. La vocación es un llamado a sembrar esperanza y a vivir los valores del Evangelio con autenticidad," afirmó Olano a este diario, citando al sumo pontífice.
En cuanto a la evolución de las vocaciones religiosas, señaló que desde mediados del siglo XX, y especialmente después del Concilio Vaticano II (1962-1965), la Iglesia católica ha visto una disminución considerable en el número de sacerdotes, monjas y otros consagrados.
"Aunque algunas regiones como África y Asia muestran un crecimiento en vocaciones, en Europa y América Latina el descenso es notorio. Este fenómeno se debe a varios factores, como el avance del secularismo, los cambios culturales y la creciente diversidad de opciones de vida que existen en la sociedad moderna", comentó Olano.
"Los jóvenes de hoy enfrentan un mundo lleno de opciones profesionales y personales que parecen más atractivas que la vida religiosa", explicó. La búsqueda de autonomía y éxito económico se ha convertido en una prioridad para muchos, mientras que el papel de la religión ha disminuido en la vida cotidiana.
"El creciente secularismo, junto con los escándalos que han afectado la imagen de la Iglesia también influyen”, dijo. Además, mencionó que la falta de modelos visibles y atractivos de vida religiosa para las nuevas generaciones ha contribuido aún más al desinterés en estas vocaciones.