Tras una campaña tranquila pero con novedades de peso como la no presencia de la reelección y la incursión del partido Farc en actividades proselitistas, los colombianos deben empezar a definir hoy, con su voto, cuál será el rumbo político del país en el cuatrienio por comenzar. Aquí el escenario del que se parte y lo que podría pasar
Las elecciones parlamentarias que se realizan este domingo van a cambiar el mapa político colombiano. Eso es claro. La pregunta es ¿qué tan profunda o superficial será esa modificación?
Se llega a esta cita a las urnas tras una campaña tranquila desde el punto de vista de orden público, ya que los casos de violencia electoral fueron pocos afortunadamente, pese a que medió la escalada terrorista del Eln así como un accionar cada vez más peligroso de las disidencias de las Farc.
En materia normativa, es evidente que al no existir una reforma política ni electoral en los últimos cuatro años, las reglas del juego para partidos y candidatos fueron las mismas de 2014, salvo por algunos cambios en materia de agravación de penas por delitos electorales como compra de votos, financiación ilícita, violación de topes y otros.
Ni siquiera resultó novedad que en estos comicios la mayoría de las listas vayan por voto preferente, incluyendo las del Centro Democrático, que es encabezada por el expresidente Álvaro Uribe. También impactó que un excandidato presidencial como Antanas Mockus haya vuelto a la arena política como cabeza de lista de la Alianza Verde. A su turno, dos senadores están en la contienda presidencial, como es el caso de Iván Duque, aspirante uribista, y Claudia López, fórmula vicepresidencial de Sergio Fajardo.
Otro hecho que marcó la campaña parlamentaria fue la forma en que los escándalos de corrupción y de otra índole impactaron a varios partidos y candidatos con altas votaciones. Por ejemplo, la judicialización de los sobornos de Odebrecht se llevó por delante al senador Bernardo “noño” Elías (y puso en la mira de la Corte Suprema a varios exparlamentarios y congresistas más, algunos de los cuales tuvieron que declinar aspiraciones a repetir curul), en tanto que Musa Besaile, otro gran elector de La U, terminó preso por el escándalo del ‘cartel de la toga’.
Una vez más es claro que las grandes maquinarias políticas y electorales regionales están funcionando en aras de conservar sus curules, ya sea en cabeza de sus caciques o de sus hijos, esposas, hermanos, socios…
En vista de que la precampaña presidencial evolucionó de manera paralela a la recta final de la contienda por el Congreso, y que la mayoría de los aspirantes prefirió lanzarse por la vía de las firmas antes que por sus avales partidistas más naturales, entonces el mapa de respaldos de las colectividades se hizo difuso. Por ejemplo, Gustavo Petro y Clara López, pese a que el primero es candidato por Colombia Humana y la segunda fórmula vicepresidencial del liberal Humberto de la Calle, respaldan la misma lista al Senado de los llamados “decentes”, sin que estén claras las fidelidades políticas y electorales allí…
Dos novedades
Pero sí hay dos grandes novedades. La primera, que desde el 2006 Colombia no asistía a una elección de Congreso que no estuviera cruzada por la expectativa de la reelección presidencial, lo que sin duda alguna marca un escenario distinto en materia política y partidista, ya que las coaliciones parlamentarias gobiernistas se difuminan cuando no existe esa eventualidad.
En este caso, por ejemplo, la coalición de Unidad Nacional en la que se han sustentado los dos mandatos del presidente Santos se difuminó. Ahora tanto Cambio Radical, La U, los liberales y el grueso del conservatismo van cada uno por su lado, al igual que la Alianza Verde y el Polo, que después de 2014 hicieron parte de la llamada “Unidad por la paz” y hasta tuvieron cuota en el gabinete.
Precisamente esa circunstancia es la que explica por qué el gobierno Santos y la persona del Presidente de la República –con los más bajos índices de favorabilidad de la última década- terminaron siendo el principal blanco de críticas de la gran mayoría de los candidatos al Senado y la Cámara, sin importar el partido o movimiento que los avalara.
Mientras que el uribismo enfocó su discurso en la crítica sin cuartel y la promesa de reversar muchas de las ejecutorias del saliente Ejecutivo, Cambio Radical y los conservadores se alinearon más en la necesidad de corregir el rumbo del acuerdo de paz y superar crisis coyunturales como la económica o los picos de inseguridad urbana, entre otros. En tanto, La U, liberales, Polo y Alianza se centraron en una defensa más abierta del acuerdo de paz y la necesidad de continuar su implementación de una manera más ordenada.
Paradójicamente la única bandera en la que coincidieron todos los partidos y candidatos, y de la que cada cual se quiso adueñar en medio de fuertes rifirrafes y cruces de acusaciones, fue la relativa a la lucha contra la corrupción, toda vez que los escándalos han estado a la orden del día y prácticamente no hubo colectividad ni listas que no hayan resultado salpicadas, en mayor o menor grado.
Farc al tablero
La segunda gran novedad es la incursión política de la guerrilla desmovilizada de las Farc, que ahora pasó a convertirse en el partido “Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común” (Farc). Como era de esperarse, la reacción de la ciudadanía al ver a los cabecillas de esa ex facción insurgente haciendo política sin siquiera haber pasado por la Jurisdicción Especial de Paz (JEP), pese a estar acusados de delitos graves y atroces, fue negativa.
Aunque algunos analistas indicaron que los abucheos y agresiones a los candidatos de las Farc eran una evidencia de que el país sigue polarizado frente al acuerdo de paz, como se constató en el plebiscito refrendatorio de octubre de 2016, lo cierto es que salvo ese nuevo partido y algunas voces en el alto gobierno, nadie pensaba que a los aspirantes desmovilizados los iban a recibir con actitud festiva tras tantos años de muerte, dolor y tragedia que le causaron a millones y millones de colombianos.
Aunque sin importar el número de votos que sume hoy el partido Farc tendrá aseguradas 5 curules en Senado y 5 en Cámara, el hecho de que las 16 curules para las víctimas que se pensaban crear en la Cámara se hayan hundido en el Congreso, ha jugado en contra del partido de los desmovilizados porque se considera que se premió a los victimarios y se restringió a quienes los sufrieron.
A ello hay que sumarle que en medio de la irrupción en la campaña de los ex Farc, no sólo las disidencias armadas de esa guerrilla han aumentado su accionar criminal, sino que la Fiscalía puso de presente que los desmovilizados no entregaron todos los bienes con destino a reparación de víctimas, como lo evidencia la incautación con fines de extinción de dominio de varias cadenas de supermercados y otras propiedades por más de 630 mil millones de pesos.
Y como si todo lo anterior fuera poco, la enfermedad de su candidato presidencial Rodrigo Londoño, alias ‘Timochenko’, dejó a esa nueva colectividad sin aspirante y con ningún partido o candidato a la Casa de Nariño queriendo hacer coalición con él.
Tampoco se puede negar que la crisis en el proceso de paz con el Eln ha impactado la campaña, sobre todo porque la mayoría de los candidatos han urgido al Gobierno que acabe esa negociación y opte por una ofensiva militar.
¿Qué puede pasar?
Visto todo el escenario de la campaña es obvio que el mapa político podría cambiar este domingo, pero no se sabe cuánto. Es más, para algunos analistas la renovación no será mucha, pues las maquinarias partidistas seguirán imperando y las nuevas alternativas políticas y de opinión, salvo contadas excepciones, no la tienen nada fácil.
Las encuestas -con la mácula que todavía orbita sobre ellas tras el descalabro general en los pronósticos del plebiscito de paz en octubre de 2016- marcan que el Centro Democrático podría ser el partido más votado, seguido de Cambio Radical, liberales, conservadores y La U. No hay que olvidar que en 2014 el primero sacó 20 curules al Senado, el segundo 9, los rojos 17, los azules 18 y el “partido de gobierno”, 21 escaños.
También se coincide en que partidos como la Alianza Verde (hoy con 5 senadores), el Polo (5), Opción Ciudadana (5), la lista de “los decentes” y hasta el MIRA (al que el Consejo de Estado le acaba de devolver tres curules al Senado faltando un trimestre para que acabe el periodo legislativo) podrían sacar entre tres, cuatro o cinco curules, claro si logran superar el umbral electoral, que estará, para el Senado, por encima de los 400 mil sufragios.
Las votaciones más altas, según se prevé, serán las de Álvaro Uribe, que podría estar por encima del millón y medio de votos. Muy lejos de él, con potenciales por debajo de los 150 mil apoyos, estarían Antanas Mockus (verdes), Jorge Enrique Robledo (Polo), Efraín Cepeda (conservadores), Rodrigo Lara (Cambio Radical) y otros. Las votaciones de los candidatos apoyados por los “ñoños” de Córdoba, que en 2014 sumaron más de 250 mil sufragios para La U, esta vez estarán muy disminuidas por efectos de los escándalos de corrupción y los encarcelamientos de sus principales cabezas.
Sin embargo, en las regiones se afirma que habrá más de una sorpresa en las urnas por votaciones que nadie espera y que más de un ‘peso pesado’ y congresista actual se ‘quemará’ porque las maniobras proselitistas en departamentos y municipios han sido muy fuertes.
‘Primera vuelta’ presidencial
Como ya se dijo, una de las mayores novedades de la campaña parlamentaria que termina hoy es que no está cruzada por la expectativa de reelección presidencial. Cuando esa eventualidad está presente, como pasó en 2006, 2010 y 2014, las coaliciones partidistas, alimentadas por las cuotas de poder y burocráticas de los gobiernos de turno, es claro que tienden a dominar los comicios y enrutar el continuismo político.
Ahora, como se sabe, no sólo no hay Presidente-candidato, sino que la posibilidad de reelección presidencial se anuló definitivamente. Claro, la fuerza burocrática de los partidos que hacían parte de la coalición de Unidad Nacional prácticamente se mantuvo intacta hasta hace unos pocos meses (a Cambio Radical sí le restaron participación gubernamental tras la salida del ex vicepresidente y hoy candidato Germán Vargas Lleras).
Por ello el uribismo, el Polo y la Alianza Verde insisten en que todos los partidos que hicieron parte de la coalición (La U, conservadores, liberales y Cambio) tienen maquinarias fortalecidas por la llamada “mermelada”.
Lo cierto es que el mapa político que resulte de las elecciones parlamentarias de hoy será determinante para el rumbo de la campaña presidencial, sobre todo cuando se está a dos meses y medio de la cita en las urnas para la primera vuelta presidencial, que será el 27 de mayo.
Y ese impacto se medirá por dos vías distintas. De un lado, hoy se votan dos consultas interpartidistas para escoger candidatos presidenciales de coalición. La primera es la alianza de derecha, con el aspirante uribista Iván Duque y los candidatos por firmas Marta Lucía Ramírez (dos millones de votos en la primera vuelta de 2014) y Alejandro Ordóñez. Y, de otra parte, en la segunda consulta compiten Gustavo Petro y Carlos Caicedo.
Si bien la mayoría de las encuestas vislumbran que Duque y Petro ganarán sus respectivas consultas, aunque a la hora de las urnas todo puede pasar, lo cierto es que esos dos candidatos son, también, quienes se pelean la punta de los sondeos generales de preferencias. En ese orden de ideas, habrá una medición de fuerzas políticas y electorales entre las votaciones de las consultas de la derecha y la izquierda, así como de las votaciones particulares de Petro y Duque. Claro, hay que diferenciar que mientras el primero respalda una lista nueva como la de los “decentes”, el segundo tendrá tras de sí la fuerza de la maquinaria política del Centro Democrático y de Uribe en persona.
La segunda vía por la que se medirá el impacto de las parlamentarias sobre las presidenciales es la referida a cuánta votación sacarán los partidos, lo que que hará las veces de “plante electoral” para los candidatos que respaldan. Centro Democrático-Duque, Cambio Radical-Vargas, liberales-De la Calle, Fajardo-Alianza y Polo, así como Petro-“decentes” se juegan mucho, tanto al hacerse contar electoralmente como en cuanto al ajedrez de las coaliciones para primera vuelta o la segunda vueltas.
De allí, entonces, que las elecciones parlamentarias sean vistas como la verdadera primera vuelta presidencial, ya que marcarán el mapa político real, tangible y verificable, muy distinto a las fotografías difusas y volubles que proyectan las encuestas.
Como se dijo, el mapa político colombiano cambiará hoy, pero la gran duda es cuánto y hacia qué lado del espectro político se inclinará o se ratificará el país. Esta noche las primeras respuestas se empezarán a dar.