“No se puede seguir pensando en paños de agua tibia”
El pasado viernes en la mañana, los noticieros abrieron con la noticia de que en Bogotá hay una crisis en el sistema de recolección y disposición de residuos; además se habla de un posible taponamiento del rio Tunjuelo por efecto de más de 70 toneladas de basura atascadas en su cauce.
Mi primera reacción fue pensar que estaba oyendo noticias, de alguna forma avinagrada o trasnochada, pero hube de entender que el problema no es que las noticias sean iguales, el problema es que se sigue actuando de la misma forma y por consiguiente con las mismas consecuencias.
Bogotá ha venido sufriendo crisis sucesivas en el manejo de los residuos sólidos desde hace muchos, muchísimos, años; desde la malograda y poco bien recordada Edis hasta nuestros días, han venido presentándose problemas sin importar el gobernante de turno. Lo anterior nos lleva a concluir que el problema no es de tendencias ideológicas, sino de incompetencia técnica y que si no se toman medidas serias y rápidas el problema será cada día más grande.
La crisis de la basura en Bogotá es de alguna manera perenne y las peroratas políticas al respecto nada tienen que ver con la solución del mismo; es inconcebible que después de todos los fracasos que se han venido teniendo en el tema, se evalúe en las licitaciones la “experiencia”, experiencia que a todas luces es insuficiente desde el punto de vista técnico para la solución integral del problema.
Si no se lograra la solución del problema a mediano plazo, y los residuos sigan teniendo problemas de recolección y tratamiento, tendríamos un escenario muy favorable para la aparición de enfermedades respiratorias, diarreicas y de la piel; sin mencionar la reproducción masiva de vectores transmisores de enfermedades. El costo en los sistemas de salud para contrarrestar el problema sería inmensamente grande y los costos en morbilidad y mortalidad serían desastrosos.
Pero lo único que se afecta no es la salud, la afectación toca de alguna manera la economía, no solo por los costos en salud, sino también en renglones como el turismo y los centros de diversión; sería muy importante entender que todo aquello que tiramos no es basura, es materia prima para procesos avanzados que podrían aliviar la carga futura sobre el planeta. Pasar de sistemas de vertedero a sistemas de cero vertedero, de sistemas de disposición final a sistemas de valorización de residuos, de tener un problema a tener proyectos de “west to resources” o incluso de West to energy”, asegura no solo el buen manejo de los residuos y del ambiente sino que además permite garantizar la financiación de los proyectos y eventualmente reducir los costos a los usuarios.
Cabe preguntarse también sobre la norma de la CRA que impide bajar las tarifas de disposición por considerarlo “competencia desleal”, y cabe preguntarse sobre la misma porque si algún operador puede mejorar el sistema y bajar los costos con mayor eficiencia, pues debería poder ceder el exceso de utilidades a los usuarios y no dejarlo en manos de unos pocos; la ganancia que hoy se obtiene por el manejo de los rellenos sanitarios es buena y convierte el proceso en un buen negocio, pero si se logra que esos costos los cubra el proceso mismo parcialmente, aliviando así a los usuarios y mejorando el medio ambiente y las condiciones de salubridad, pues mejor que mejor. Bogotá no puede seguir pensando en paños de agua tibia y en prolongar la vida del relleno actual, menos cuando los acuerdos con la OCD cuestionan dichas prácticas.
@alvaro 080255